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Ana María Tomás

Escribir es vivir

¿PSICOSIS?

Así como hay un claro límite entre lo que son celos –que suelen ser infundados- y lo que son cuernos –que son las dudas confirmadas-, también lo hay entre lo que puede ser psicosis –trastorno de pérdida de contacto con la realidad- y peligro puro y duro –lo que se esconde detrás de cada esquina-. A ver, que ya no me sirve que algunas amigas me digan que estoy psicótica viendo peligros que no existen o que nunca llegarán a pasarme, que vale que no me hayan acaecido todavía a mí, pero que sí pueden sucederme al igual que les ocurre a muchas otras mujeres.

A mi correo electrónico me llegan, cada día, avisos de que no se me ocurra olfatear ninguna de las colonias que me ofrezcan a la entrada o salida de algún supermercado porque, en realidad, se trata de un narcótico que te deja K.O. con las lógicas consecuencias que pueden adivinarse fácilmente; de que no se me pase por la cabeza bajar a quitar ningún papel publicitario que me hayan puesto en el parabrisas trasero, porque habrá alguien agazapado cerca del coche que aprovechará la ocasión para birlármelo; por supuesto, que, bajo ningún concepto, le eche agua al cristal del coche mientras conduzco en caso de que me tiren un huevo, puesto que hace un película imposible de eliminar sin parar el coche y bajar de él, cosa que aprovecharía algún hijoputa para, de esta nueva manera, robarme el vehículo junto con mis pertenencias. Y sigo con la lista de consejos: al salir de los súper, nada de subir al coche si justo por el lado del conductor hay una furgoneta, pues ésta está esperando que me acerque para jalarme dentro de ella, violarme, robarme y tirar mi cadáver por algún descampado. Nada de abrir la puerta de casa a desconocidos, por muy identificados que vengan, puesto que suelen ser ladrones que aprovechan la falsa identidad para robar y/o asesinar. Nada de seguir siendo caritativa y ayudar a quienes me lo soliciten, bien rogándome que le alcance una botella de lo alto de la estantería de la tienda, bien implorándome que le marque un número de teléfono que no ve, no sabe o tiene los dedos demasiado gordos para las teclas, porque en todos y cada uno de los casos el único fin que se pretende es robar, anestesiar bajo sustancias peligrosísimas y hacerte desaparecer para traficar con tus órganos. Nada de perder de vista el vaso de mi consumición bajo riesgo de ser drogada y secuestrada para trata de blancas.  Nada de viajar sola y bajar de los aviones sin un macho protector porque puedes acabar en un prostíbulo del culo del mundo. Nada de hacer ejercicio por la noche por algún parque cercano –supuestamente está poblado de violadores y asesinos-. Nada de sacar dinero de un cajero automático a no ser que lleves un guardaespaldas como un armario ropero. Ojo con lo que dices en las redes sociales, ojo con avisar de tus movimientos porque te arriesgas a que te levanten la casa… Pero ya el colmo de los colmos es que, cuando me peguen un meneo con un coche por detrás, voy a salir sin señas saltando todos los controles de velocidad, fijos o móviles, ya le pueden ir dando por culo al seguro, asumo el porrazo y pongo perras encima. Miren, miren, si no, lo que le ha ocurrido a la pobre señora que trabajaba en el aeropuerto de Madrid: que le ha costado la vida pretender hacer un sencillo parte amistoso de accidente. Miren, de este no me habían avisado: he tenido que aprenderlo en la tele. Tiene que ser la nueva modalidad de robo: te dan por detrás (para luego darte por todos lados), te paras, como es lógico, al menos hasta ahora, bajas del coche con el fin de hacer el parte amistoso y el ladrón, asesino o violador de turno te empotra con el asfalto, te roba y se larga con viento fresco.

Esto, no nos engañemos, es resultado de la permisividad de las mierdas de leyes que tenemos. La policía está hasta los cojones o los ovarios de detener a gentuza que entra por una puerta y sale por la otra. Estamos como en el oeste pero sin un sheriff con un par de huevos que imponga justicia a falta de leyes. Así que, voy a convertir el tarro de laca, el rodillo de cocina y el cuchillo jamonero en un winchester casero y que me vayan llamando psicótica que ya les daré yo Alfred Hitchcock “pal” pelo.

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