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Ana María Tomás

Escribir es vivir

FIFA… ¡fu!

No se me borra de la retina la cara de Messi recogiendo el trofeo como mejor jugador del Mundial. Una amiga mía me comentó: “Parece que estuviera recogiendo una mierda”. No. Yo no lo creo. Lo que ocurría era evidente: que se le estaba cayendo la cara de vergüenza al suelo. Al menos se le cayó a alguien, ya que, al parecer, a quienes dispusieron que el trofeo fuese para él no se les cayó.  Messi no fue, ni de largo, el mejor jugador, ni siquiera lo fue de Argentina, y ni mucho menos aparece entre los primeros mejores jugadores del Mundial. No voy a entrar a valorar la votación en donde se otorgó el polémico “Balón de Oro del Mundial”, pero teniendo en cuenta  que es el Comité quien elige a los candidatos y a quien considera su ganador y luego los periodistas quienes eligen al suyo  -que puede coincidir o no- no entiendo por qué este año no votaron los periodistas, que, por cierto, el Mundial pasado fueron estos quienes se lo quitaron a Iniesta que había sido votado por el Comité. Yo de Iniesta me quejaría por agravio comparativo.

Estamos rodeados de algunos conceptos tan abstractos para el común de los mortales que sólo los entendidos en la materia son capaces de entender y ni estos son capaces de explicarlo al común de los mortales. Por ejemplo: la bolsa, no  esa en la que nos puede ir la vida, sino la otra que sube, baja, se estira o se encoge como la tripa de Jorge. O, también, esa otra cosa oscura de cualesquiera de los entramados de empresas ficticias de otras empresas ficticias que hacen desaparecer los dineros lo mismito que un detergente las manchas en la ropa; vamos que ya cuando se le pregunte a un niño: ¿Capital de España? Nos puede contestar, perfectamente, Suiza sin miedo a suspender. Y en esas cosas incomprensiblemente absurdas, como decía, para el ciudadano de a pie, están también algunas de las decisiones que toma la todopoderosa organización referente al futbol, o sea: la FIFA. Mirándolo desde fuera, y aunque parezca otra cosa, todo tiene que ver con el “mardito parné”. Y cuando llego a este punto lo incomprensiblemente absurdo se me vuelve absurdamente incomprensible, sobre todo, con esto del fútbol. No puedo quitarme de la cabeza que la FIFA le diera el Mundial de Fútbol a Brasil en las condiciones actuales del país, claro, que menos puedo explicarme que éste lo solicitara. Y no, no me vengan con todo eso de las ganancias y de lo que hubiera supuesto al país ganar el Mundial. Hay cosas con las que no se puede actuar como la lechera del cuento: anticipando proyectos que puede que, como en este caso, no lleguen nunca a suceder. Y en esa escala de absurdos sigue subiendo puntos el que vaya a realizarse uno en un lugar tan… “apropiado” como Qatar (50º C en verano). Aunque volvemos a lo mismo: a los “filletes”. Esto es como lo del nuevo rico que cuando le dijeron que le iban a poner una escayola en el brazo bramó: “De escayolas nada. Granito, que aquí hay filletes”. Al menos allí  el problema no será de dinero como en Brasil. Yo no sabía, reconozco mi ignorancia, que son los países quienes se entrampan hasta las pestañas en construir las instalaciones deportivas -en el caso de Brasil que deberían haber sido colegios u hospitales-  para que los beneficios se los lleve la FIFA.

A mí…, la verdad, todo eso me parece una falta total de respeto al fútbol y a los futboleros. Bien es verdad que no entiendo mucho de eso, pero también lo es que somos muchos los que no lo entendemos y asistimos a todo ello con la misma cara de panolis y la misma opinión. Por eso hablo.

Una vez escuché que  Dirección y Tiempo eran dos variables necesarias en cualquier viaje, mucho más en el viaje de la Vida. Brújula y reloj. Y ambas cosas no sólo son necesarias a nivel personal sino empresarial, financiero, de organización, de asociación… y hasta mafioso. Sí mafioso, como suena. Porque en esto de la Mafia… unos tiene la fama y otros cardan la lana. A la mafia calabresa conocida como Ndranghetta, se le han puesto las cosas difíciles con el nuevo Papa que anda limpiando  el trigo de la paja vaticanicia donde parece que la Mafia podría mover algún tentáculo. Muchos temen que eso le pueda salir caro a Francisco. Y es que para enfrentarse con la Mafia no sólo basta echarle coraje y tener los tegumentos del tamaño  de una plaza de toros, sino tener limpias las manos y ser incorruptible.  La calabresa ha encontrado un hombre así. ¿Sería mucho pedir que la FIFA encontrara otro que le hiciera frente a tanto desafuero?

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