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Contención y mesura

Mas debe dimitir

HISTÒRIA

Aquí és un home
Aquí és un cadàver
Aquí és una estàtua.

Este poema de Joan Brossa resume en tres frases el salto al vacío de Artur Mas. Tres líneas que definen el camino que ha seguido Mas para tirar por tierra su carrera política. En su búsqueda por pasar a la historia como el libertador de la patria el dirigente catalán ha pasado de ser el héroe que llevaría al pueblo en un viaje iniciático para ser un nuevo Estado en Europa a despertarse convertido en estatua, sin proyecto ni discurso y tras unos resultados electorales que se traducen en 12 escaños menos en el Parlamento catalán (De 60 a 52). Mas debe dimitir.

Lo  que se ha calificado sociológicamente como el català emprenyat le ha dado la espalda al mesías que planteó la campaña electoral como un plebiscito de un proceso precipitado y sin garantías de éxito. Una sociedad que se ha visto tensionada, dividida, obligada a posicionarse ante una ruptura emocional, social y económica. ¿Puede un político que ha sido castigado por las urnas tras lanzar una aventura incierta liderar las instituciones de una nación? Mas debe dimitir.

En su deriva Mas confundió el grito independentista de la manifestación de la Diada del 11 de septiembre como el cruce del primer umbral del Héroe, el empujón para lanzarse al vientre de la ballena y acabar devorado por lo desconocido que supone apostar por la independencia. Ahora solo le queda rectificar o dimitir. Pero como decía Santiago Carrillo: “En la política el arrepentimiento no existe. Uno se equivoca o acierta, pero no cabe el arrepentimiento”. Mas debe dimitir.

Artur Mas, junto a la cúpula de CiU, explica los resultados electorales del 25N./ EFE

Ahora se abre un periodo de encuentros y negociaciones con el resto de las fuerzas políticas para conseguir la gobernabilidad en un Parlamento mucho más complejo:

CiU (pasa de 62 a 50 escaños): La aventura de Artur Mas pasará factura en la coalición catalanista. El salto independentista ha sido castigado duramente por el electorado.  Si en Convergència Democràtica de Catalunya, de ideología liberal y de centro-derecha, el secesionismo fue asumido como una escapatoria necesaria en Unió Democràtica de Catalunya, de ideología democristiana, la aventura provocó cierta zozobra que un día después de las elecciones se confirma. Los movimientos internos no se harán espera.

ERC (pasa de 10 a 21 escaños): Desde el punto de vista secesionista sería el socio natural de CiU y con sus escaños tendrían asegurada la mayoría absoluta en el parlamento catalán (a partir de 68 escaños) pero el líder de la formación independentista, Oriol Junqueras, sabe perfectamente que buena parte de sus votantes son una respuesta social al Gobierno central del PP y a la política de recortes sociales de Mas.

PSC (pasan de 28 a 20 escaños): El candidato del PSC a la Generalitat, Pere Navarro, ha señalado que  “las puertas en política no se cierran del todo nunca, pero la situación es poco propicia para que lleguemos a un acuerdo de investidura” con CiU.

PP (pasa de 18 a 19 escaños): La formación de derechas ya apoyó los presupuestos y la política de recortes de CiU. Ya han anunciado -“desde la desconfianza”- que estarían dispuestos a volver a apoyar a CiU siempre y cuando rectifiquen su iniciativa soberanista.

ICV (pasa de 10 a 13 escaños): La formación de izquierdas se posicionó claramente contra los recortes sociales del Gobierno de CiU. Es improbable que apoye una reedición del Ejecutivo de Mas.

Ciutadans (pasa de 3 a 9 escaños): El líder de la formación españolista, Albert Rivera, ya ha pedido la dimisión de Artur Mas.

CUP (consigue 3 escaños): Fuerza anticapitalista, independentista y asamblearia. No son determinantes aunque  difícilmente apoyarían a Mas.

 Con este panorama parlamentario a CiU se le solucionarían muchos problemas si Artur Mas dimite.

Análisis sosegado de una actualidad que nos desborda

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