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Contención y mesura

Del desprecio al abrazo del oso: PP con Ciudadanos

La política es el arte de impedir que la gente se meta en lo que sí le importa
Marco Aurelio Almazán

La presidenta del PP de Madrid y candidata a la Alcaldía de la capital, Esperanza Aguirre (d), junto a la candidata a la Presidencia de la Comunidad, Cristina Cifuentes (i). EFE/Juan Carlos Hidalgo

En este año declarado como el más electoral de la democracia española el Partido Popular inicio su andadura respecto a Ciudadanos pivotando entre el ridículo del portavoz del Grupo Popular en el Congreso de los Diputados, Rafael Hernando, al llamar Naranjito a la formación de Albert Rivera por el color del logotipo, al episodio grotesco de Juan Carlos Floriano, vicesecretario de Organización y Electoral del PP, incapaz de pronunciar correctamente el nombre del partido en catalán (‘Siudatans’, en lugar del correcto Ciutadans) y las posteriores explicaciones al respecto.

Ante tal cúmulo de despropósitos que solo son explicables por  la prepotencia, la falta de conexión con la realidad y la torpeza, solo sería razonable un cambio radical de postura. Sin embargo, los avezados estrategas del partido gobernante en Moncloa optaron por potenciar el rechazo a los orígenes catalanes de Ciudadanos en los comicios andaluces. Con una campaña  vergonzante, en la que el Partido Popular utilizó un argumentario cercano al racismo para atacar a Ciudadanos por ser catalán [la frase “no me gusta que en Andalucía se mande desde Cataluña, no quiero que en Andalucía mande un partido que se llama Ciutadans, que tiene un presidente que se llama Albert” pasará a la historia del oprobio político español] los votantes andaluces respondieron dándole un duro castigo a los populares y convirtiendo a Ciudadanos en una seria alternativa.

Tras años de ser al única alternativa que aglutinaba a todo el centro derecha, hoy el Partido Popular se enfrenta a un tiempo nuevo en política. Una buena parte de sus votantes están hartos de promesas incumplidas y casos de corrupción rampantes como Gürtel o Bárcenas, cansados de la ineptitud y la falta de ilusión que caracterizan y generan a una clase política acostumbrada a cotas de poder por ser la única opción. Frente a la fragmentación de la izquierda, Ciudadanos aparece como una elección nueva y joven frente a la vieja y antigua del PP.

Son tiempos políticos en los que los votos se ganan a partir del afecto de la gente o la ira. Los discursos emocionales tiene mayor fuerza en los políticos que representan un cambio social, una expectativa real de renovación. En este punto, Albert Rivera ha conseguido generar una alternativa que construye sobre la crítica a los partidos tradicionales, a los que culpa de la parálisis que impide avanzar al país.

Ante esta situación el Partido Popular ha optado por cambiar totalmente de estrategia. Lo que antes eran insultos o desprecio ahora se ha tornado en una estrategia envolvente. En menos de una semana los dirigentes del PP se empeñan en redefinir a Ciudadanos como una versión joven del Partido Popular. La delegada del Gobierno en Madrid y candidata a la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes, ha insistido en que existen “muchas coincidencias de programa” entre el PP y Ciudadanos. La presidenta del PP madrileño y candidata a la alcaldía de la capital de España, Esperanza Aguirre, no ha tardado en decir : “Me gustaría muchísimo que Ciudadanos estuviera en el PP“. El ministro de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, Alfonso Alonso, ha ido más allá y tras admitir que fue un error “no considerar o despreciar” a Ciudadanos, les ha lanzado la posibilidad de pactar “si quieren jugar en el centro político, en la centralidad”.

No solo son declaraciones. El Partido Popular salió inmediatamente a copiar algunas medidas que habían propuesto Luis Garicano o Manuel Conthe,  fichajes de Ciudadanos para realizar su programa económico, como la Ley de Segunda Oportunidad  o el cheque formación. Esta iniciativa del Partido Popular es de manual de estrategia política: el que va primero copia al segundo para anularlo, están tratando de hacer ver al votante que Ciudadanos es una versión del Partido Popular para posteriormente pedir el voto para la opción ‘verdadera’ de centro derecha. Los populares buscan también eliminar la distinción con la que se trata de autocaracterizar la formación de Rivera en su discurso de eliminación de ideologías y definirse como lo innovador frente a lo caduco.  “En el PP estamos todos los que nos sentimos a la derecha de la izquierda. Ahora hay nuevos proyectos y me gustaría que todos volviéramos a converger en ese gran partido abierto a todos los que no se sienten de izquierdas”, ha declarado Aguirre. Del desprecio al abrazo del oso.

Análisis sosegado de una actualidad que nos desborda

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