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David Blay

F1: sin difusores gana el menos malo

Vaya por delante que, por fin, la Fórmula 1 está volviendo a apasionarme. A partir de la aparición de Brawn GP daba más la sensación de que la cosa consistía en ver quién jugaba más al límite del reglamento que en pensar en el espectáculo puro. El difusor soplado, el doble difusor, el pico de pato, el alerón móvil… Cuando uno lo ponía en marcha el resto, ya lejos, le copiaban. Pero no llegaban al que partía con ventaja. Y éste ganaba el Mundial.

Esto no resta ni un ápice de mérito a lo conseguido por Button y Vettel, que en sí son grandes pilotos pero no extraordinarios. Como nadie dudó de las grandes prestaciones de Alain Prost en su época y con su coche ‘invencible’. Si tienes algo bueno debes usar tu talento para aprovecharlo. Y no todo el mundo lo tiene.

Sin embargo, los adelantamientos, los errores mecánicos, las estrategias y la importancia real del driver no han vuelto hasta esta temporada. Como se suele decir en estos tiempos, eso es así. Los coches ya no se copian unos a otros, así que cada uno ha tenido que tirar por la calle que le ha parecido. Por eso ya no parecen todos cosechadoras, como dijo Nikki Lauda. Por eso cada uno se adapta de forma diferente a los distintos trazados. Y cada cual comienza a mostrar sus verdaderas carencias.

Para mí el mejor es, sin duda, el McLaren. Rápido, bastante fiable y constante. Pero Hamilton ha perdido la concentración más veces de las que debería y Button me parece un piloto conformista que con un título, un buen sueldo y algunas buenas carreras al año tiene bastante.

El segundo debería ser el Red Bull, pero en realidad es el Lotus. Solo la mala suerte o las mayores prestaciones puntuales de sus rivales han impedido que Raikkonen esté más arriba en la clasificación. Un Kimi, por cierto, regular y serio. Una excelente noticia para el Gran Circo.

Por detrás de ellos, Vettel y Webber. Que sin hacer nada del otro mundo han sido los que más cerca se han colocado de Fernando Alonso. Solo las roturas, provocadas por la búsqueda obsesiva de una nueva genialidad de Newey les impiden pelear de tú a tú con el Ferrari.

Y, el cuarto (sí, el cuarto) es el Ferrari. Creo que estaremos de acuerdo en que los primeros puntos y victorias de Fernando fueron más fruto de la casualidad, los errores ajenos, las buenas estrategias y las condiciones meteorológicas que de la capacidad y (escasa) velocidad punta de su coche. Y que, en los momentos críticos (Gran Premio de Europa y el reciente de Monza) las roturas ajenas le han beneficiado enormemente.

Quede claro que, pese a todo, creo que el meritazo de su más que posible tercer título es del asturiano. La suerte ha influído, sí, pero también el hecho de que siempre se haya colocado en carrera entre los cinco primeros. O lo que es lo mismo, que se quitara los problemas de encima para aprovecharse de los del resto cuando llegaran.

Me gusta esta F1 porque permite arriesgar a Checo Pérez y conseguir tres podios. Porque da opciones a Pastor Maldonado. Porque ofrece igualdad de oportunidad en el Top Ten a equipos como Force India o Mercedes. Y porque ha sabido reconvertirse cuando parecía derivar al más oscuro de los aburrimientos.

Pero no me negarán que el Ferrari no es el mejor coche. Y a estas alturas le lleva casi 40 puntos a Hamilton. ¿Cuestión de piloto? Sí. ¿De suerte? Un poco. ¿De fiabilidad?. Por encima de todo.

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