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David Blay

Picar mármol para correr el Dakar

En el mundo del motor existen grandísimas historias: las de aquellos niños que con siete años sabían que serían campeones del Mundo, las de un ex piloto capaz de rehacerse de un accidente para convertirse en un medallista paralímpico, las de pasar de estar cerca de la muerte a ganar un Mundial de Superbike…

De éstas, sin que yo les diga el nombre casi todo el mundo acertaría a quién me refiero. Son referentes, gente altamente pública que tienen un plus respecto a sus competidores. Pero, en la mayoría de los casos, se han profesionalizado casi desde su infancia. Solo han vivido para correr. Por su talento o porque sus padres empeñaron todo para que pudieran alargar su carrera.

Sin embargo, a su sombra quedan personajes extraordinarios. Más allá de la Fórmula 1 y el Campeonato del Mundo de Motociclismo, sobreviven las ‘otras’ competiciones. Esas que pocas veces salen en la tele. Y que suelen hacerlo por dos motivos: un título (como el 12º entorchado planetario conseguido por Laia Sanz) o un accidente.

En este blog os vamos a ir presentando a algunos de ellos. Y, por su multidisciplinaridad, comenzaremos por un nombre que al 99,6 por cien de los lectores de Grada360 seguramente ni les sonará. Israel Escalera. Valenciano de Villanueva de Castellón. Trabajador. Piloto. Y padre. Pero todo a la vez. Un día tras otro.

Desde su juventud fue uno de los grandes talentos de la cantera levantina. Y destacó en todo, excepto en los mediático. Llegó a participar en el Mundial junior de trial, perteneció al equipo de Extreme de la Federación Valenciana, fue campeón de España de Supermotard y el año pasado corrió el Mundial de Enduro.

Todo esto podría considerarse normal, porque en los ‘submundos’ de las dos ruedas bastantes pilotos españoles acaban ganándose la vida. Pero nadie es como él. Porque Israel no se dedica en exclusiva a su carrera. Es más, casi podríamos decir que es un milagro que encuentre su nivel debido a sus circunstancias.

Escalera se levanta todos los días a las cinco de la mañana. Y durante cuatro horas trabaja en la empresa familiar, que se dedica a fabricar piedra artificial. A las nueve, mientras el resto almuerza, recorre 52 kilómetros hasta Valencia y se entrena tres horas junto al preparador de pilotos Rafa Olcina. Vuelve a su localidad de origen (otros 52 kilómetros), donde se reincorpora a la fábrica o visita clientes hasta las 20 horas. Hasta ahí, cualquiera podría caer rendido. Pero todavía le restan dos ‘pequeños’ aspectos por cubrir.

El primero de ellos, cuidar de sus gemelas nacidas hace un año. Quien sea padre no necesita explicaciones de lo que esto supone. Y el segundo destinar los fines de semana, donde podría descansar, a ejercitarse con la moto o directamente viajar para afrontar las competiciones nacionales o internacionales del calendario.

Únicamente durante 2012 la entrada de un patrocinador, Wild Wolf, le ha permitido bajar su número de horas laborables para centrarse en su próximo reto: afrontar el Rally Dakar 2013.

Aun así, no conseguirá vivir del motor ni ahorrar lo suficiente como para retirarse de su trabajo en un futuro cercano. Pero por encima de las estrellas mediáticas, hay muchas personas que llevan el motor en la sangre. Aqui os las vamos a ir descubriendo. Israel Escalera es solo el primero.

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