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Un cuento chino

En 2004, España soñaba con repetir el éxito de la mítica selección que se colgó la plata ante los Estados Unidos del universitario Michael Jordan en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles. La trayectoria en la primera fase había sido tan inmaculada como la preparación para el torneo. Victorias ante Argentina, Italia, Nueva Zelanda, China y Serbia. Primer puesto que prometía un cruce de cuartos accesible que le permitiría entrar en la lucha por las medallas. Sin embargo, las dos derrotas de Estados Unidos ante Lituania y Puerto Rico le relegaron a la cuarta plaza del otro grupo y provocó un choque terrible.
En el mejor partido de los norteamericanos en Atenas, uno de los peores ‘Dream Team’ de la historia -a pesar de contar con Duncan, Wade, LeBron- logró derrotar (102-94) al emergente equipo español. Sobre todo, gracias a un hombre que fulminó las aspiraciones españolas a cañonazos. Stephon Marbury machacó al conjunto dirigido por Mario Pesquera con 31 puntos, seis triples y canastas en los momentos decisivos.
El entonces base de los New York Knicks logró finalmente el bronce. En cerca de dos décadas de carrera, ésa ha sido la ocasión que más cerca ha estado ‘Starbury’ de un título colectivo… Hasta este año.
El controvertido jugador ha tenido que esperar hasta los 35 para ganar un campeonato y se ha tenido que ir hasta China para lograrlo. En el lejano oriente ha encontrado su retiro dorado tras una carrera repleta de incidentes. Así se entienden sus lágrimas al finalizar el quinto partido de la serie final, mientras era manteado por sus compañeros. Marbury certificó una excepcional actuación personal -41 puntos y siete asistencias- que, por una vez, sirvió también a su equipo, los Beijing Ducks, que batió a los todopoderosos Guangdong Southern Tigers -campeón en siete de las últimas ocho temporadas-.
El neoyorquino emigró a China en plena decadencia. El que estaba llamado a ser uno de los mejores bases de la NBA en la primera década del siglo XXI se había convertido en un coleccionista de problemas de todo tipo. Se enfrentó a propietarios por su salario, a técnicos, y a jugadores -los miembros de su propio equipo le definían como un mal compañero-. Fue cazado ebrio y fumando marihuana, y mostró comportamientos extraños que él mismo se encargaba de colgar en Internet. Mientras su estrella se apagaba a pasos agigantados y tras su paso por los Celtics en 2009, hasta él mismo se consideraba un exjugador. Triste final para un hombre que, pese a todo, cerraba su trayectoria en la NBA con números de un grande -19,3 puntos, 7,6 asistencias de media en 846 partidos-.
Los millones chinos le hicieron cambiar de idea y dejó la mejor liga del mundo por una competición que, arrastrada por el ‘efecto Yao’-los chinos se convirtieron en el gran mercado extranjero de la NBA, gracias al fervor desatado desde que el gigante Ming aterrizó en los Rockets de Houston-, quería contar también con sus estrellas extranjeras, por apagadas que estuvieran. En la CBA Marbury se ha reinventado y vuelve a sentirse como un ídolo.
Se estrenó con los Shanxi Zhongyu, que abandonó entre acusaciones de traidor, para enrolarse en los Foshan Dralions. Su tercer equipo en apenas dos años ha sido los Beijing Ducks y con la franquicia de la capital china, por fin, ha visto cómo su cuento chino acababa con final feliz.

Stephon Marbury ha encontrado su retiro dorado en el lejano oriente y gana su primer título profesional tras una carrera repleta de incidentes
En los Juegos de Atenas, acabó con el sueño español con un partido excepcional

El baloncesto visto desde el punto de vista del aficionado

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