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Mar Peté

Desde mis tacones

Tengo cuerpo de viernes

descargaDicen que el primer día de la semana es el lunes, ¡pero qué equivocados están los que piensan así! Seguro que todos esos son un puñado de amargados que se pasan luego la semana penando y con cara de pocas bromas. ¿Y en qué me baso para tener las cosas tan claras? Pues muy fácil, yo cuando empiezo algo siempre lo empiezo por donde más me gusta, me da el subidón y se ponen las hormonas dispuestas a todo y a más. ¿Que el primer plato no me gusta? Pues empiezo por el postre y así, de paso, me libro de tener que compartirlo con nadie, que no hay cosa que más rabia me dé que ese que te suelta: “Una cucharadita, solo por probar…”. Pues si lo quieres probar, te lo pides. Si te gusta, te lo comes. Y si te lo comes, pues eso, engordas lo mismo que yo y no me dejas a mí con el remordimiento de meterme 1175 calorías y tú solo 25. Así que si vamos a pecar, que pequemos todos, y si no, ni te me acerques.

Bueno, a lo que iba, que empezar a contar la semana desde el lunes es todo un error, es lo mismito que sacar un billete al Caribe en plena temporada de huracanes o apartar la cebolla de la tortilla de mi madre, cuando todo el mundo sabe que ese es el secreto de las mejores tortillas del mundo. Como la semana tiene siete días para elegir, ¿por qué escoger el malo si podemos empezar por el mejor?

-Nada como los viernes, ¡es que tienen un glamour…! Las mejores cosas de mi vida han sucedido en viernes o en casiviernes, porque claro el sábado también tiene su aquél.

Mi vida se cuenta de viernes en viernes. Además mi cuerpo, que es muy sabio, lo nota. Y zas, solo con poner un pie al levantarme siento que se me pone el cuerpo golfo de viernes y entonces, ya sé, a ojos cerrados, cómo vestirme y la falda esa tipo guerrillero que me compré el otro día, toca estrenarla. ¡Y qué decir de los taconazos que me pienso calzar! A mí hoy no me amarga el día nadie, porque no me da la gana. Los viernes saben a risas, huelen a planazo seguro y mi piel se eriza solo de pensar en cruzarme contigo, en ese vernos sin mirarnos y con ese rozar tus labios sin despintar los míos.

Y yo cada viernes me lanzo a comerme la vida, a darme un atracón de calles y a quemar los garitos de copas hasta arrasar. Pero eso sí, un día aprendí a dosificarme, porque claro, si lo doy todo los viernes, ¿qué me queda para el resto del fin de semana? Tengo mi propio plan infalible: los viernes se hace un estudio de campo, se inspecciona a fondo, se tantea el terreno y, con todo eso, me reservo para el resto del finde. Analizo las posibilidades y me lanzo o me retiro a las trincheras si veo que la batalla no merece la pena librarla, esperando mejores acometidas para el resto del fin de semana.

También es verdad que no siempre he tenido las ideas tan claras, ¡qué va! ¡Ay, si la afición hablara! Reconozco que hay más de una y más de dos tardes de esas que mejor no rememorar. Lo bueno de estas cosas es que aquí, el que más o el que menos, ha pinchado en hueso y el pacto de silencio de los días de fracaso funciona… un día por ti y otro día por mí. En secreto, y con la boca pequeña, confieso que tengo un puñado de arrepentimientos con nombre de viernes, sábado y domingo. Pero es que claro, a ver a quién es el guapo que no tiene en su currículum festivo algún que otro tropezón desatinado. Aunque de algunos de esos errores me acuerdo, con otros mi memoria histórica se ha hecho selectiva y me ha ahorrado almacenar detallitos de color de ciertas ocasiones poco memorables.

-Hola…-me suelta uno al pasar a su lado.

Yo que lo miro. Yo que lo remiro. Y la cosa es que no me disgusta, pero de pronto se me enciende las alarmas y se pone en marcha el protocolo de emergencia. Giro mis tacones y sigo mi paso… hasta que siento que me agarra del brazo y me dice:

-¿No me vas a saludar? ¿Es que no te acuerdas de mí?

-Hay cosas en esta vida que prefiero olvidarlas…

Y sigo mi camino, despachada y con la memoria intacta. Que no está una como para que en un viernes le amarguen el resto del fin de semana con una mala reminiscencia tan torpe como minúscula, además de soporífera. Es cierto, hay mucho arrepentimiento de fin de semana, pero también hay mucho triunfo victorioso digno de ser evocado, aunque no relatado. ¡Y hoy es sábado!

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Sobre el autor

Contar historias, soñar ilusiones, sentir la vida, compartir sensaciones, descubrir secretos, atravesar lo prohibido... Porque vivir es reír y disfrutar, es contagiarse de la alegría. Porque detrás de cada experiencia siempre hay miles de caminos esperándonos y yo me niego a quedarme quieta. Y como no hay nada como ser el protagonista de nuestros errores y aciertos, de nuestras dudas y de nuestras decisiones, aquí estoy, dispuesta a pasar contigo estos relatos llenos de magia. Un día descubrí que escribir desde lo alto de mis tacones era mucho más divertido y entonces me di cuenta que desde aquí arriba la vida se veía tan bonita que decidí compartirlo. Quizá al leer mi blog te digas: "esto me pasó a mí", "anda, esto me suena", "qué bueno, nunca se me habría ocurrido", "¿será posible que estas cosas ocurran?". Con el deseo de que lo disfrutes cada semana con una sonrisa, de que te haga revivir sensaciones y, sobre todo, para que entre risa y risa, también te ayude a darle vueltas a la cabecita y después salgas a comerte el mundo, antes de que el mundo te coma a ti. ¡Bienvenido al blog "Desde mis tacones"!


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