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Pachi Larrosa

El Almirez

Collados: alta cocina en la arena

Vestir apenas unas chanclas, un pantalón corto y una camiseta no está reñido con la exquisitez, con una vajilla francesa, una cubertería de lujo, con los mejores vinos, el mejor marisco, el ibérico más reputado y un Veuve Clicquot Rich: sí ese  exclusivo champagne que ha de servirse con hielo. O con un Krug Clos Du Mesnil, a 1.000 euros la botella. O con una cocina de muy alto nivel. El lugar donde es posible todo esto es Collados Beach Club, el club de playa que el Grupo Collados (La Sagra, Agridulce, Roda…) tiene al final de La Manga, creado en torno  a la espectacular rehabilitación y adecuación del conocido como “platillo volante”, lo que fue, en sus tiempos el vanguardista chalé de un ministro de Franco.

Collados Beach es uno de los más glamourosos y sofisticados rincones de la costa murciana. Gracias a una sencilla pulsera, por la que uno paga 10 euros, se tiene derecho a disfrutar de todas las instalaciones del club: piscina privada, hamacas, sofás sobre la arena, camas de playa, duchas, vestuarios y distintas zonas de  terrazas con vistas al mediterráneo junto a la zona de las encañizadas.

En el exterior, una barra da servicio a las áreas propiamente playeras y a la piscina. Dentro, otras dos barras, una de ellas dedicada exclusivamente a marisco fresco. Y el restaurante gastronómico. Ocurre en todo el complejo, pero aquí se manifiesta en toda su extensión la pasión por el detalle que la familia Trujillo (Arturo y su hijo José Antonio) despliega en homenaje al cliente. Sillas  recubiertas de neopreno, cristalería exclusiva y un servicio perfecto en su profesionalidad.

Y la carta: un ejemplo de creatividad contenida, de amor por el producto, de respetuosa imaginación con el ingrediente principal. El gazpacho de cereza con bogavante es un prodigio de delicadeza. Por cierto, se trata de un gazpacho que el propio grupo ha elaborado y comercializado, junto con el de mango y el de fresón. La vieira al mojo de ajo con guacamole y el calamar de potera con cebolla caramelizada y foie proporcionan una sorpresa con cada bocado. La lubina salvaje con verduras al horno y un espectacular bacalao sobre crema de parmesano y huevo trufado son una delicia. Todas ellas propuestas emplatadas con una delicada elegancia. Como los postres. Como ejemplo, una tarta de queso invertida insuperable y unos rollitos de almendra, mousse de chocolate blanco y cremoso de moscatel que son la rúbrica perfecta para una gran comida.

Arroces y carnes de alta calidad (chuletones de vaca vieja con 40 días de maduración, solomillos de buey, cerdo ibérico, confit de pato…) completan una gran carta.

No se queda atrás la de bebidas. Además de los champagnes mencionados, una selección exclusiva de caldos atendiendo a criterios de calidad. Desde Moet Chandon Ice o unDom Perignon Rosé, a blancos de Rías Baixas, Rueda y Yecla; de tintos de las principales denominaciones españolas (Vega Sicilia Único incluido), a dulces como los excelentes Tokaji húngaros.

Tras la comida, se impone una siesta en una de las camas de playa y , a media tarde, un mojito para ponerse en marcha.

Sobre el autor

Periodista, crítico gastronómico. Miembro de la Academia de Gastronomía de la Región de Murcia.


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