Sola y olvidada, como desahuciada,
queda la playa.
Puertas cerradas, ventanas clavadas
y barcas varadas.
Húmeda bruma matutina,
oscurece el día,
pero te veo en la lejanía.
El cansino ritmo de las olas
acompañan mi solitario paseo,
nada encuentro.
Tan solo la gran pradera azul
pero no estás tú..
Porque estés o no estés
quiero amarte a mi manera,
contigo o sin ti
quererte hasta el fin
sin competencia ajena
que me haga renunciar a ti.
Mientras, la tarde enrojece
el sol desvanece,
mi ilusión de verte desaparece.
Lejos quedan las tórridas
noches de verano, cuando,
cogidos de la mano
y cubiertos por la luna,
nos bañamos desnudos
en plena locura.
Nada deseo, pero, todo lo espero,
quizás…el próximo verano.
Murcia 20 febrero 2013 – El salto del Grillo.