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José Hernández

El salto del grillo

El monaguillo

 

«El celibato es una regla de vida que aprecio mucho y creo que es un regalo para la Iglesia, pero ya que no es un dogma de fe la puerta siempre está abierta», y sigue diciendo el Pontífice, «pero en todo caso no es una prioridad en este momento». Sí lo es la inmediata conferencia por la paz entre dos pueblos, Palestina e Israel. Así como la beatificación de Madre Esperanza, natural de El Siscar.

La primitiva Iglesia, digamos hasta el año 1000, no prohibía el matrimonio a su clero, posteriormente y por razones sociales se decretó el celibato para que se alejaran de las obligaciones mundanas, pudiendo así dedicarse a lo espiritual y exclusividad a su misión por los miembros de su Iglesia. Y siendo la familia la célula principal y básica para el Catolicismo debería considerarse refugio para el “pastor”, siendo así, quizás no se hubieran producido casos de comportamientos inmorales por parte de algunos representantes de la misma.

Equivocados están cuando creen que les protege los hábitos, sotanas y la fuerza de sus votos de castidad, ya que siguen siendo hombres y como tales, su cuerpo demanda necesidades y levantan pasiones y no precisamente espirituales.

Y digo yo, que mayor experiencia que vivir en familia compartir con la esposa y los hijos, conocer sus dificultades de crianza para que en consejos a los feligreses puedan acertar en sus preocupaciones de confesión.

Algunas parroquias ortodoxas la feligresía exige que el párroco sea un hombre casado, fundamentándolo en la lógica «si un hombre casado puede mantener su hogar, puede mantener una parroquia en total comunión con su ideario cristiano y sobre todo como ejemplo pastoral».

La razón por la que algunos Papas han rehusado reconocer la libertad para esta regla no es de naturaleza teológica, sino más bien de control sobre el individuo. Los votos de castidad y el estado de celibato son paradigmas de lo mucho a lo que hay que renunciar para ser admitidos, no tanto en el Reino de Dios como en la órbita y acomodo de la Iglesia.

Para Jesús de Nazaret que fundara la Iglesia Católica, perdón, el cristianismo y quien por su vida, pasión, muerte y resurrección nos redimiera, nunca consideró el celibato como una condición especial para merecer o ganar el Reino de los cielos.

 

La exigencia vino 1000 años después, cuando los hombres del Vaticano ocuparon los poderes políticos y económicos y controlaron las vidas y costumbres de su clero.

Para finalizar dos Santas figuras; San Agustín, luego de haber disfrutado de una vida mundana placentera, al final y una vez convertido, fue propulsor y entusiasta del celibato y de la abstinencia.

Mientras, San Gregorio, fue bisnieto y nieto de Papas e hijo de Obispo.

Solo pretendo abrir un diálogo iniciado por el propio Pontífice, Francisco I.

 

Murcia, 30 mayo de 2014.-San Fernando

Rincón para las palabras pequeñas y bonitas

Sobre el autor

Gusto de narrar mi entorno más inmediato, con frases pequeñas y bonitas.


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