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José Hernández

El salto del grillo

Síndrome de la jubilación

Primeros síntomas: vértigo, sensación de vacío, desorientación horaria, no sabes si estás de vacaciones o quizás con la baja. No sabes si llamar al jefe o encender el portátil para ver qué pasa o mejor bajar a desayunar comprar la prensa y después, ya veremos.

De los problemas de convivencia que surgen en casa, de lo complicado que resulta el reajuste cuando la pareja en lugar de salir todas las mañanas al trabajo y volver por la tarde, se queda en el hogar. Ahora te surgen nuevas tareas que antes no hacías y te das cuenta de las pequeñas cosas que implican mantenerla.

Tampoco debe sorprender que discutas más con tu pareja que os disputéis el espacio. Es lógico, esto ocurre sobre todo al principio.

Pero lo peor quizás sería no discutir, no tener puntos discordantes que reinase el silencio o el continuo amén de uno de los cónyuges por sistema. En ocasiones las dificultades aumentan con el tiempo en lugar de suavizarse con el transcurso de la convivencia.

Ante estas situaciones tenemos tres opciones:

– Aguantarse: Es lo que elige la mayoría, pues a cierta edad no es fácil cambiar.

– Separarse: No es muy frecuente pero se dan si la convivencia se hace insoportable. Conozco algunos casos y puede que tú también.

– Volver a enamorarse: No me refiero a enamorarse de otra persona, a lo que nadie es inmune, sino con la misma persona que has compartido más de la mitad de tu vida. Este segundo amor suele ser mas sólido que el primero, no tiene la pasión de aquel pero cuenta con el cariño, el conocimiento de la pareja y la atención que ambos se prestan. Es un autentico regalo para la jubilación.

 El mayor peligro de esta nueva etapa quizás sea la ociosidad que atrofia tanto el cuerpo como la mente, pues conduce, en la mayoría de los casos, a la apatía y abandono personal, prólogo de la muerte en vida. Y si queremos mantenernos vivos debemos incentivar la curiosidad que ayuda a combatir los efectos erosivos de la vejez.

«Las pasiones son menos peligrosas que el aburrimiento, mientras las primeras disminuyen en el tiempo las segundas no hacen más que crecer» (Barbey).

¿Qué hacemos?. Lectura, deporte, pintura, escritura, tocar algún instrumento voluntariado social o simplemente hablar y hablar con nuestros vecinos, porque hablar es combatir la pereza mental que nos amenaza y nos libera.

Elijas lo que elijas hazlo sin prisa y por supuesto sin esperar cobro dinerario. Eso sí, eres dueño de tu tiempo, nada te obliga a hacer lo que no te satisface.

Por último, debemos superar nuestros miedos pues con la edad crecen y constituyen una de las fuerzas más negativas y coartadoras de la libertad y de la felicidad. Para ello debemos reconocerlos y establecer cuáles son reales y cuál imaginarios, sentimos voces del pasado que no deben perturbar nuestro futuro, porque tenemos un futuro, aún cuando algunos no lo vean así. No hemos sido expulsados de ningún mundo anterior, mas bien hemos cubierto una etapa de nuestra vida, y pasamos a otra, seguimos siendo los mismos pero mas libres y quizás mas auténticos.

Murcia, 13 noviembre de 2015

Rincón para las palabras pequeñas y bonitas

Sobre el autor

Gusto de narrar mi entorno más inmediato, con frases pequeñas y bonitas.


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