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José Hernández

El salto del grillo

Salvemos el paraíso

William Blake, el visionario poeta, dice, que el Edén, del que la Biblia habla, no puede haber desaparecido de la faz de la tierra, porque Dios es por principios creador y no ha querido destruir una de sus obras maestras. Así que es necesario buscarlo, tal como muchos hombres lo hicieron en siglos pasados. El último que lo intentó fue Cristóbal Colón, proponiendo llegar a oriente, donde Dios había dispuesto el “jardín” para sus primeros huéspedes. Pero el genovés quedó en tierras americanas, que suponían botín y gobernanza de aquellos territorios. Así terminó la búsqueda del ansiado Edén en la Edad Media. Continuaron los británicos y franceses conquistando territorios africanos y asiáticos. Quizás no encontraron el `paraíso mencionado en los escritos bíblicos, pero si, riquezas naturales que explotaron hasta la independencia del país.

Pero volviendo al principio, Blake, imagina ser un nuevo pelegrino y viaja por espacio de largos años a través de estepas y bosques, montañas y multitud de ríos, por valles fértiles, e inmensos océanos. Encuentra verdes llanuras y jardines en flor, selvas pobladas por la alegría de los pájaros y frescos oasis de palmeras y manantiales, pero ninguno es el verdadero Paraíso Terrestre, por todas partes reina el gemido del sufrimiento y las sombras de la muerte. Una noche, cansado y desconsolado, el peregrino se adormece sobre el musgo de una caverna.

Y en su sueño se le aparece un gigante canoso que le mira con ojos fulgurantes, y en quien el durmiente cree reconocer al Creador pintado por Miguel Ángel en la Capilla Sixtina. Y el anciano habla así al desesperado pelegrino, ¡en vano vas buscando por la tierra el lugar donde estuvo el Jardín, morada de Adán! En premio a tu fe y a tu constancia, te revelará la verdad que fue adivinada únicamente por algunos pocos santos.

El Paraíso Terrestre es toda la tierra, con todas sus montañas y sus aguas. Adán y Eva no fueron expulsados de un sitio cerrado, sino que fueron cegados. Las espadas flamígeras de los querubines cambiaron la visión de sus ojos, los obnubilaron, y así no reconocieron ya jamás el jardín de las delicias. Sus ojos ofuscados vieron malezas y espinos donde había flores esplendorosas, zonas desiertas donde había césped de hierbas aromáticas, bancos de niebla donde había cielos claros y azules, océanos inundados de miserias flotantes, ríos amarillentos en lugar de aguas puras y cristalinas.

La tierra sigue estando ahí, no como Dios la creo, sino que, por la acción u omisión del hombre; fue degenerando:. Si este pudiera recuperar su entorno prestando atención a los cambios que el clima alterado produce; frenando la emisión de gases y partículas tóxicas, plásticos (gran invento que acaba convirtiéndose en pesadilla), incrementado en niveles nunca antes vistos desde la creación, el llamado, ‘calentamiento global’, proveniente de la industrialización, la desforestación, la agricultura y ganadería (intensiva). Volvería a ver el mundo como el Supremo lo concibió antes del pecado. Además, el compromiso del hombre es devolverlo tal como el Hacedor se lo prestó. Y el anciano tocó con su diestra los ojos del durmiente y sopló en sus oídos.

El peregrino, al percibir aquella sensación, despertó sobresaltado y gozoso, saliendo de la caverna, vio que el Señor no le había engañado. Aquello, que la tarde antes le pareció una comarca estéril, oscura y pedregosa, la veía ahora como una fiesta multicolor de flores y arbustos cargados de frutos y de rebaños pastando en un verde y fresco prado. Soñar no cuesta nada.

Recuperemos EL PARAÍSO Murcia, 15 de marzo de 2022

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Gusto de narrar mi entorno más inmediato, con frases pequeñas y bonitas.


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