“Internet es el tejido de nuestras vidas” (Manuel Castells)
Océano de datos
Hasta ahora, la gran mayoría de los contenidos de Internet han sido generados por las personas en forma de textos, vídeos, fotos o aplicaciones. Sin embargo, dado el imparable desarrollo del Internet de las cosas que se vislumbra, dentro de poco lo extraño será encontrar algún objeto o máquina de cualquier tipo que no vierta datos a la red.
En efecto, de aquí a 5 años se prevé que el número de dispositivos conectados a Internet crecerá al impresionante ritmo de 1 millón de equipos sensorizados por hora, generando un volumen de negocio de más de 2.5 millones de dólares por minuto, a partir de 2016. También se estima que en la próxima década se van a necesitar más de 2 millones de expertos en Internet de las cosas.
Nuestro futuro inminente se va a desenvolver, pues, en un océano de datos interconectados, generando billones de nuevas relaciones entre las que habrá que bucear para extraer aquéllas que aporten más valor para mejorar nuestra calidad de vida, para transformar los servicios públicos, para hacer más sostenibles y eficientes nuestras ciudades (Smart cities) y para fomentar el crecimiento económico.
Big Data
Los datos son intrínsecamente mudos. Hay que saber qué hacer con ellos, cómo aprovechar el potencial de esos enormes conjuntos de datos, abordando los aspectos técnicos relativos al almacenamiento, al tratamiento y a la seguridad de los mismos, así como a la visualización de la información para que sea fácilmente entendible por las personas que deben decidir. De esto trata, en esencia, el Big Data.
El problema es que el hombre tiene una capacidad limitada de analizar, de interpretar y de tomar decisiones inmediatas cuando las interrelaciones a tratar son continuas, numerosas y complejas. Si no hubiera automatizado sus procesos, ¿cuántos empleados debería tener Amazon analizando en tiempo real los datos de las compras de millones de usuarios para desencadenar manualmente acciones de publicitarias o de fidelización de clientes?
Si esto está ocurriendo ya, con los datos generados fundamentalmente por las interacciones humanas, ¿qué dificultades cabe esperar de la eclosión del Internet de casi todas las cosas y la vorágine de datos que van a generar continuamente las máquinas?
Los algoritmos
Básicamente, un algoritmo es un procedimiento para resolver un problema, del tipo que sea. Dado su origen matemático, desde la más tierna infancia estamos usando, sin saberlo, algoritmos cuantitativos, para multiplicar, dividir o para hacer raíces cuadradas. Pero todo el mundo, a diario, aplica algoritmos cualitativos cuando hace algo tan prosaico y tan rico como un puré de patatas, por ejemplo.
A otro nivel, todo programa informático lleva implícito un algoritmo, que suele protegerse celosamente como la fórmula de la Coca-Cola, sobre todo en los casos de más éxito. Google, por ejemplo, perfecciona su motor de búsqueda cada día. Waze recomienda la ruta óptima a millones de conductores gracias a un complejo algoritmo específico del que se conocen algunos aspectos generales. Un grupo de investigadores canadienses ha diseñado un algoritmo invencible al póker.
La Economía algorítmica
La consultora tecnológica americana Gartner ha acuñado el neologismo economía algorítmica para incidir en la importancia de las interrelaciones entre los datos generados por multitud de dispositivos de uso personal y profesional, que hasta ahora se tratan aisladamente. Habla de la creación de una malla de elementos (“device mesh”) como son los móviles, los sensores, ropa o accesorios inteligentes (“wearables”), aparatos electrónicos del hogar, automóviles,…
También se refiere a los datos provenientes de sensores y de máquinas que desbordarán la capacidad humana de tratamiento y que requerirán el diseño de algoritmos que posibiliten el entendimiento directo entre dispositivos, que sean sensibles al entorno, que actúen en consecuencia, de forma automática, y que sean capaces, además de aprender, en el sentido de ir perfeccionando su rendimiento para ir automejorando sus prestaciones.
En definitiva, la interconexión de plataformas de Internet de las cosas, el desarrollo de la Inteligencia artificial, la web semántica, la impresión 3D y la impresión 4D, la realidad aumentada, la robótica colaborativa, la visión artificial … configuran un entorno inmediato lleno de oportunidades para los emprendedores más intrépidos y para las compañías más ágiles o más versátiles que sean capaces de actuar, como dice Gartner, en modo bimodal, es decir, en forma analógica y digital simultáneamente.
Industria 4.0
En este contexto, merece especial atención el concepto de Industria 4.0, la nueva revolución industrial cuya unidad básica de producción será la fábrica inteligente (smart factory).
El Ministerio de Industria, Energía y Turismo acaba de lanzar su iniciativa “Industria conectada” con el objetivo de definir una estrategia de digitalización de los procesos industriales que se concrete en ventajas competitivas para las empresas españolas.
En nuestra región, es loable el compromiso del Colegio Oficial de Ingenieros Industriales con el nuevo paradigma de la Industria 4.0 y los esfuerzos que realiza en la difusión y la sensibilización sobre estos conceptos entre los empresarios murcianos y la sociedad en general. También es de agradecer el papel de los medios de comunicación como amplificadores de estas iniciativas, contribuyendo a crear un clima social receptivo a las innovaciones.