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Juan José Ríos

La i de innovación

La desobediencia necesaria para innovar

Un gol inspirador

Los aficionados al fútbol de mi generación seguro que recuerdan el famoso gol que marcó Sanchís, padre, a Suiza en el Mundial de 1966, celebrado en Inglaterra, el primer campeonato que se pudo ver por televisión.

Lo que algunos quizá no recuerden es que este jugador madridista de la selección española, como lo sería su hijo Manolo Sanchís años más tarde, fue multado por haber marcado ese tanto,  que resultó clave para el triunfo de España en aquel partido.

Para los lectores más futboleros, en el vídeo adjunto se recogen todos los goles que se marcaron en aquel Mundial de 1996, que ganó Inglaterra, con polémica incluida. A partir del minuto 2:40 se puede ver el gol de Sanchís que dio la vuelta al mundo, aunque, a la postre, España no superó la primera fase.

 

 

¿Marcó un gol y le sancionaron por ello?, se preguntarán los que no lo recuerden y los que no lo sepan. ¿Y por qué razón? Por abandonar su puesto en la defensa, en un arranque  de furia, pero también de creatividad, saltándose la rígida disciplina de la táctica conservadora impuesta por el seleccionador de la época,  José Villalonga, militar de profesión, cuyas órdenes explícitas contravino Manuel Sanchís.

Hoy no se concibe que un defensa lateral, aunque defienda bien, no corra la banda y apoye el ataque de su equipo. Sanchís fue un pionero, un adelantado  de su época, en el ámbito futbolístico y, quizá sin saberlo, en lo que los expertos en innovación denominan desobediencia inteligente, concepto que, por una asociación instintiva de ideas, me ha llevado a evocar hoy a este mítico jugador español.

Ni boicot ni negligencia

Andrés Ortega es un consultor especializado en la gestión de recursos humanos que considera la desobediencia inteligente como motor de la innovación.

En las organizaciones conservadoras que hemos construido, no sólo no se incentivan las actitudes de sana iconoclastia, de cuestionamiento de las rutinas establecidas, sino que son penalizadas habitualmente  a sabiendas, incluso de que:  “No ser inconformistas puede ser una práctica negligente… cuando sospechamos que seguir haciendo las cosas de la misma forma no contribuye a generar valor en nuestro negocio… y sin embargo no hacemos nada al respecto”.

Obviamente, no hablamos de instigar una revolución interna de forma irresponsable y caprichosa,   pero tolerar resignada, indolente o egoístamente prácticas  manifiestamente mejorables en nuestras empresas e instituciones es una forma de perjudicarlas por inacción:

“No se trata de  boicotear la praxis organizativa. El boicot tiene una finalidad destructiva… por el contrario, la desobediencia inteligente pretende construir desde el desafío a lo establecido. Boicotear el status quo es igual de perjudicial (o más) que ser benevolente con él”.

 

http://blog.talentoit.org/desobediencia-inteligente/

Administraciones defensivas

 Es de sobra conocido que el entorno burocrático no es el más idóneo para la práctica de la desobediencia inteligente. El vetusto sistema weberiano de nuestras administraciones públicas tiende a defender con uñas y dientes e incluso a “perfeccionar” su arcaico estilo de gestión basado en estructuras verticales, fuertemente jerarquizadas, compartimentadas en silos estancos anticolaborativos, con todas las tareas perfectamente definidas y reguladas por montañas de normas y de procedimientos.

Este peculiar sistema de blindaje ante los cambios,  típico también de las grandes organizaciones privadas, posee, además, un portero de garantías, la opacidad, el cerrojo de seguridad de una administración defensiva,   diseñada con el objetivo fundamental de no “encajar goles”, desde el convencimiento de que una institución pública no necesita “marcarlos” porque no tiene competencia enfrente que lo exija.

http://www.noticiasdot.com/wp2/2007/10/09/cuando-las-buenas-ideas-se-pierden-en-el-laberinto-burocratico/

Se buscan goleadores

Pero los tiempos actuales requieren que nuestras Administraciones Públicas evolucionen, que anoten goles, como pueden ser los de la agilidad, la colaboración, la transparencia, la rendición de cuentas, la sostenibilidad, la eficiencia, la visión única, integrada y legible en sus relaciones con los ciudadanos  y la cooperación con el sector privado para la resolución de los problemas sociales.

 Va habiendo ya muchos empleados públicos que arriesgándose, como Sanchís, no tanto a ser multados, pero sí a ser penalizados por el sistema, en forma de incomprensión, aislamiento e incluso rechazo, se esfuerzan, con éxito dispar, por el momento, en hacer ver a sus jefes que otra Administración, más abierta e innovadora,  es posible.

Ya hemos repetido hasta la saciedad los nombres genéricos que reciben estos iconoclastas: intraemprendores públicos, marcianos,  rebeldes con causa … y el más reciente de knowmads. Muchos de ellos, pertenecientes a las distintas administraciones públicas españolas, firmaron (firmamos) el compromiso de adhesión al Club de la innovación Pública (CIP) que se créo hace unos años, con objeto de establecer unos principios de actuación comunes y de compartir experiencias con personas con las mismas inquietudes.

Quizá sea una buena idea la puesta en marcha de un capítulo regional de este club, dado que la innovación es un fenómeno de proximidad.

Retrato robot de los innovadores públicos

 El CIP ha realizado un estudio que permite conocer mejor las características de los innovadores públicos y sus opiniones. Aquí deslizo las más significativas:

  • La mayoría trabaja en la Administración local, la más próxima a los ciudadanos y pertenece al grupo A.
  • La Administración Central es la más rígida, la menos propensa a las innovaciones, con excepción de la Agencia Tributaria.
  • El rango de edad oscila entre los 40 y los 59 años. A los mayores de 60 también les gusta innovar, que conste.
  • El número de mujeres y de hombres está equilibrado.
  • Se consideran agentes de cambio, líderes transformadores en su entorno de influencia.
  • Son usuarios de las redes sociales pero sólo unos pocos disponen de blog propio.
  • Son unos enamorados del trabajo colaborativo
  • Se sienten poco valorados y deben superar ciertas dosis de frustración. El 23% de los encuestados se siente rechazado.
  • La mayor recompensa que pueden recibir es que la Administración sea receptiva a sus propuestas.

Unidades de innovación pública

Es hora de reivindicar una mejor acogida corporativa y un estímulo, por parte de la alta dirección, a las iniciativas que surgen voluntariamente del espíritu inquieto de estos intraemprendedores que intentan aportar lo mejor de sí mismos, sin que nadie se lo exija, para generar innovaciones que aporten valor a las instituciones a las que sirven, y en definitiva, a los ciudadanos.

En un próximo post abundaremos en la conveniencia de crear unidades de innovación pública transversales que contribuyan a extender la mentalidad y las actitudes innovadoras  en el seno de las Administraciones Públicas y a fomentar la colaboración entre todas las instituciones, como ya están haciendo las regiones más avanzadas.

 

(Ultimo post publicado en mi blog IN4U:  “Bienaventurados los knowmads, ellos tendrán trabajo”

 

 

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Sobre el autor

Si tuviera que definirme en pocas palabras diría que me considero catalizador, promotor de cambios. Dentro de un espíritu inquieto y de sana rebeldía, me gusta definir las actuaciones dentro de un marco que las dote de coherencia. Me importa mucho el entendimiento personal. Mi mundo, hasta los 26 años, se ceñía exclusivamente al ámbito educativo. Estudié Matemáticas y la salida inmediata era la enseñanza. Nunca pensé que podría dedicarme a algo diferente. Me tocó vivir la eclosión de los ordenadores personales de la década de los 80. Empezaron a dotarse los centros educativos de PC ́s. Fui uno de los profesores de Informática de este primera ola. En esta época, junto a un amigo, adquirí mi primer ordenador personal (carísimo) para uso empresarial. Empecé a conocer el mundo de la empresa. En la década de los 90, me cautivó el Informe Bangemann, como marco inspirador de la Sociedad de la Información. De la mano de Juan Bernal, Consejero de Economía y Hacienda, fui Director General de Informática de la Comunidad de Murcia. Fue una etapa apasionante y creativa donde abordamos proyectos como la Red Corporativa de Banda Ancha, la adaptación al euro y el año 2000, la implantación de SAP o la realización de uno de los primeros proyectos de ciudad digital de nuestro país (Ciezanet). Compaginé, durante muchos años, la docencia con el desempeño de puestos de responsabilidad en empresas regionales del sector TIC. En 2009, como profesor, puse en marcha un proyecto innovador cuyo objetivo fundamental era comprometer a los padres en la mejora del rendimiento educativo de sus hijos (proyecto COMPAH). Empecé a familiarizarme con el mundo 2.0 y a emplear estos recursos en mis clases. Como admirador de Morris Kline, soy un amante de las aplicaciones de las Matemáticas al mundo real como elemento motivador de su estudio por parte de los alumnos. Mi primer contacto con las metodologías de la innovación (Design Thinking) se produjo en 2010, de la mano de un consultor, Xavi Camps, que me hizo ver que la creatividad y la innovación son la base de la prosperidad de las organizaciones y que estos atributos se pueden entrenar y perfeccionar. Desde entonces, soy un apasionado de la innovación como concepto transversal. Creo profundamente en la innovación pública. Las instituciones no pueden seguir funcionando casi como en el siglo XIX. Deben transformarse, en el contexto del paradigma de Gobierno Abierto, para convertirse en organizaciones centradas en los ciudadanos, transparentes, sostenibles, eficientes, ligeras y facilitadoras de la actividad empresarial y de la creación de empleo de la mano de iniciativas como el Open Data. Como ciudadano me preocupa especialmente la sostenibilidad de la sanidad pública, y de las pensiones, ahora que voy viendo cada vez más de cerca la edad de la jubilación. No sé contar chistes pero me divierte el humor surrealista y los juegos de palabras, que a menudo sufren familiares y amigos. He trabajado como asesor de innovación en la CARM (2012-2016). Actualmente he vuelto a mis clases en el IES Alfonso X El Sabio, soy Director Adjunto de la Cátedra Internacional de Innovación de la UCAM y participo en un proyecto empresarial.


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