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Juan José Ríos

La i de innovación

Orquestar la innovación

Fundación SERES/

“Dirigir una empresa es como dirigir una orquesta. No tienes que saber tocar todos los instrumentos pero tienes que saber de música y contar con los mejores músicos”. Francisco Reynés

Para los directivos actuales  “saber de música” hoy en día implica conocer las competencias fundamentales para dirigir, con conocimiento de causa,  a los nuevos “músicos” de la era digital, los llamados knowmads.

En 2020, casi la mitad de los profesionales serán knowmads, “nómadas del conocimiento”, personas creativas, amantes del trabajo colaborativo, promotores de estructuras informales y con capacidad de establecer sinergias, dentro y fuera de sus empresas.

Personas que,  con independencia de su formación de base, estarán siempre con las antenas desplegadas, en permanente vigilancia tecnológica, abiertas a explorar nuevos conocimientos y a hibridarlos para generar productos o servicios innovadores.

El mercado de la Industria 4.0 requiere perfiles multidisciplinares, competentes en tecnología, ingeniería, informática, telecomunicaciones, matemáticas, diseño o marketing, con capacidad de aprendizaje continuo y de evolución hacia otras áreas de conocimiento, dentro del esquema que define a los knowmads.

Según el experto Luis Lombardero, las 20 competencias clave que debe tener un trabajador cualificado en la era digital se clasifican en cuatro grandes grupos:

  1. Gestión global de empresas digitales: Comprensión de la economía digital, de los nuevos modelos de negocio y de los aspectos financieros ligados a los mismos.
  2. Competencias tecnológicas y de innovación: Necesarias para el desarrollo de la transformación digital.
  3. Mercados y clientes digitales: Entendimiento de los mercados globales, del creciente empoderamiento de los clientes. Desarrollo de estrategias de ventas multicanal y uso del Big Data propiciar la toma informada de decisiones.
  4. Gestión del talento en ecosistemas digitales: Evolución del departamento de Recursos Humanos hacia un nuevo sistema que desarrolle las habilidades para manejarse en la economía digital y que fomente la creatividad y la eclosión del talento interno.

 

La mayoría de las empresas no innovan de forma sistemática. Muchas veces disponen de los medios técnicos y humanos necesarios pero precisan organizarse bajo la batuta de un director de orquesta que asegure que la innovación no sea algo esporádico o que se subsuma en la gestión de la calidad.

Para instalar la cultura de la innovación continua en el seno de una compañía se requiere una figura nueva, a la que  Francisco González Bree,  considera, a corto plazo,  el puesto más  relevante en una organización: el de Director de Innovación.

“Hoy en día la irrupción de la industria 4.0 caracterizada por la digitalización y la confluencia de las megatendencias tecnológicas está acelerando la necesidad de contar con un director de innovación en la empresa”

Las principales competencias asociadas a esta figura directiva transversal emergente se agruparían, según González Bree, en tres grandes bloques: identificación de los retos de innovación de la empresa (tecnológicos, organizativos o comerciales),  gestión y financiación de los proyectos que den respuesta a esos retos estratégicos y por último, la explotación de los resultados.

 

 

Venimos comentando con frecuencia en este espacio el dilema del innovador, que plantea la necesidad de conjugar la explotación del día a día que garantiza el presente con la exploración constante del futuro.

De forma cada vez más perentoria, las empresas deben desarrollar y testar nuevos productos con gran rapidez,  prestando mucha atención a los datos, al software que añade valor a sus productos físicos, ofreciendo servicios integrados y no fragmentados a sus clientes,  estableciendo alianzas estratégicas, dedicando recursos suficientes y asumiendo algunos riesgos, mimando y fomentando el talento y la creatividad de sus empleados, …

Las empresas clásicas no pueden abordar estos retos de forma tradicional. Para contribuir a superarlos, en este escenario actual tan cambiante, los expertos aconsejan designar a un Director de Innovación que dirija la orquesta y … disponer en sus equipos de solistas con perfiles knowmad.

 

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Sobre el autor

Si tuviera que definirme en pocas palabras diría que me considero catalizador, promotor de cambios. Dentro de un espíritu inquieto y de sana rebeldía, me gusta definir las actuaciones dentro de un marco que las dote de coherencia. Me importa mucho el entendimiento personal. Mi mundo, hasta los 26 años, se ceñía exclusivamente al ámbito educativo. Estudié Matemáticas y la salida inmediata era la enseñanza. Nunca pensé que podría dedicarme a algo diferente. Me tocó vivir la eclosión de los ordenadores personales de la década de los 80. Empezaron a dotarse los centros educativos de PC ́s. Fui uno de los profesores de Informática de este primera ola. En esta época, junto a un amigo, adquirí mi primer ordenador personal (carísimo) para uso empresarial. Empecé a conocer el mundo de la empresa. En la década de los 90, me cautivó el Informe Bangemann, como marco inspirador de la Sociedad de la Información. De la mano de Juan Bernal, Consejero de Economía y Hacienda, fui Director General de Informática de la Comunidad de Murcia. Fue una etapa apasionante y creativa donde abordamos proyectos como la Red Corporativa de Banda Ancha, la adaptación al euro y el año 2000, la implantación de SAP o la realización de uno de los primeros proyectos de ciudad digital de nuestro país (Ciezanet). Compaginé, durante muchos años, la docencia con el desempeño de puestos de responsabilidad en empresas regionales del sector TIC. En 2009, como profesor, puse en marcha un proyecto innovador cuyo objetivo fundamental era comprometer a los padres en la mejora del rendimiento educativo de sus hijos (proyecto COMPAH). Empecé a familiarizarme con el mundo 2.0 y a emplear estos recursos en mis clases. Como admirador de Morris Kline, soy un amante de las aplicaciones de las Matemáticas al mundo real como elemento motivador de su estudio por parte de los alumnos. Mi primer contacto con las metodologías de la innovación (Design Thinking) se produjo en 2010, de la mano de un consultor, Xavi Camps, que me hizo ver que la creatividad y la innovación son la base de la prosperidad de las organizaciones y que estos atributos se pueden entrenar y perfeccionar. Desde entonces, soy un apasionado de la innovación como concepto transversal. Creo profundamente en la innovación pública. Las instituciones no pueden seguir funcionando casi como en el siglo XIX. Deben transformarse, en el contexto del paradigma de Gobierno Abierto, para convertirse en organizaciones centradas en los ciudadanos, transparentes, sostenibles, eficientes, ligeras y facilitadoras de la actividad empresarial y de la creación de empleo de la mano de iniciativas como el Open Data. Como ciudadano me preocupa especialmente la sostenibilidad de la sanidad pública, y de las pensiones, ahora que voy viendo cada vez más de cerca la edad de la jubilación. No sé contar chistes pero me divierte el humor surrealista y los juegos de palabras, que a menudo sufren familiares y amigos. He trabajado como asesor de innovación en la CARM (2012-2016). Actualmente he vuelto a mis clases en el IES Alfonso X El Sabio, soy Director Adjunto de la Cátedra Internacional de Innovación de la UCAM y participo en un proyecto empresarial.


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