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Antonio Montilla | Colpisa

Insomnio Político

El Alcaide de Brubeker advertiría a Rajoy de la caducidad de las herencias

La escena me llamó mucho la atención. Robert Redford se había hecho pasar por un preso para conocer por dentro la cárcel que iba a dirigir. Después del baño de realidad, dio el paso y se plantó en la oficina del Alcaide para hacer oficial su relevo. El detalle que más me impactó fue que el viejo, y corrupto director de la prisión, sacó de la caja fuerte dos cartas cerradas y aconsejó a Brubeker, que así se llamaba tanto el personaje que interpreta Redford como la película en sí, que hiciera lo mismo.
No recuerdo el diálogo textual, pero el Alcaide le vino a decir que escribiera en la primera carta una acusación contundente contra su antecesor en la que le responsabilizara de cualquier error en sus primeros meses de gestión. Sólo la debía utilizar una vez.
La segunda misiva sólo la debería usar si se producía un segundo escándalo. ¿Y que debía escribir? Pues, sencillamente, su renuncia.
Ni Mariano Rajoy ni ninguno de sus colaboradores podrá leer de una tacada los incontables resúmenes que se han escrito sobre el primer aniversario del aplastante triunfo del PP en las elecciones del 20 de noviembre.
Luces y sombras, según el barrio, de un mandato en el que, como el Alcaida de Brubeker, Rajoy ha empleado la dura herencia económica que le dejó José Luis Rodríguez Zapatero para intentar justificar prácticas repudiadas por el PP mientras estuvo en la oposición como la subida de impuestos o los históricos tijeretazos asestados a tres de los principales pilares del estado del bienestar: educación, sanidad y dependencia.
Tal vez, en un gesto nostálgico, a Mariano Rajoy le de por releer su Discurso de Investidura. Sí lo hace, se encontrará con este párrafo: “En la política, no existe la herencia a beneficio de inventario. Sabíamos, y sabemos, lo que nos espera. Y sabemos que se nos juzgará por lo que consigamos, y no por lo que intentemos, o por cómo nos hayamos encontrado las cosas”.
Más allá de contradicciones endémicas, nadie duda en el Ejecutivo que las herencias caducan. La memoria es frágil y dentro de no muchos meses, el nombre de Zapatero resultará añejo. El presidente del Gobierno sabe que, arrancada la hoja de su primer año del triunfo electoral, todo lo que el Ejecutivo logre, malogre o deje de hacer llevará su nombre y apellido.
El PSOE, con Alfredo Pérez Rubalcaba o sin él, aguarda con impaciencia este momento en el que desaparezca del imaginario colectivo lo malo de la ‘era Zapatero’. Y es que si al PP le pesa el legado económico de Zapatero, al PSOE lo atormenta tanto como el pecado original. Los del puño y la rosa, lejos de remontar, sigue en caída libre. Y sólo gracias a esta perspectiva, los casi nueve puntos que ha perdido el PP en intención de voto son tan sólo una anécdota.

En la política, no existe la herencia a beneficio de inventario. Sabíamos, y sabemos, lo que nos espera. Y sabemos que se nos juzgará por lo que consigamos, y no por lo que intentemos, o por cómo nos hayamos encontrado las cosas

Boletín oficial de mis experiencias en el Congreso, el Senado y Moncloa

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