Con los actos de celebración de Santo Tomás de Aquino, las universidades públicas han sido de nuevo noticia, no tanto por el evento que congrega a la academia que lo es, pero ya se conoce lo que da de sí, donde además de ofertar doctorados honoris causa, como a Magris en la UMU y a Ranier Gadow en la UPCT, la festividad ha servido para preludiar el introito ya iniciado de dimes y diretes sobre quién será el valiente- por decir algún calificativo- que esté dispuesto a subirse al carro- dicen que magnífico- de ser rector, ahora que en la Universidad de Murcia se anuncian elecciones, y la cuestión vista desde la lejanía y a largo plazo no consiste en querer subirse sino mantener el tipo, para tirar del cargo sabiendo que estamos en tiempos difíciles, donde hay que nadar y mucho a contracorriente, si de lo que se trata es de defender trayectorias y afianzar nuevas propuestas que defiendan la castigada universidad pública.
El hecho en sí, de las próximas elecciones a rector, siendo importante sin duda, nadie lo discute, a fecha de hoy no es prioritario, al menos por lo que vemos en el ambiente, aunque sí es cierto que va siendo oído en conversaciones de pasillos donde aunque no se crea sirven para mucho, es donde se sabe, se dice y se comenta de soslayo, sin querer o queriendo y también se calla y mucho, por lo que pueda pasar. Sin embargo, los medios, en ocasiones nos llevan ventaja y dan nombres de los equipos rectorables, adelantándose siempre y nos dan pistas para rellenar las quinielas. Ayer, por ejemplo me enteré por este diario del equipo de un rectorable y, sin embargo ante nuestras preguntas no soltó prenda. Y es que se mire, como se mire, recién abierta la veda, todavía falta mucho para saber más, es tiempo de cocción, a fuego lento y de negociaciones.
Mientras tanto, los universitarios estamos envueltos en una duda sobre si se vislumbran o no brotes verdes, porque la calle está que trina con tanto recorte y los políticos no paran de tirar misivas y sinceramente creo que la universidad pública lo tiene difícil, muy difícil para no sucumbir en el intento. Cuando la marea económica arrasa y los mensajes que nos llegan son difusos, contradictorios sobre el destino y el futuro de las universidades, hay que reconocer que pilotar una universidad tiene mucho riesgo y exige, sin duda plantearse de entrada dar respuesta a muchos interrogantes, para encauzar los esfuerzos y no ser derrotado.
En este tiempo de vacilaciones, con tanta dependencia de los amos del poder, de la macro y micro economía, un rector tiene que defender los problemas de la empresa y no ser “políticamente correcto”, ir más allá de la miopía edulcorante de las promesas incumplidas, mantener el tipo ante la mediocridad y tener mucho aguante para no bajar la guardia; difícil tarea para estos rectorables que esperemos sepan dialogar y consensuar, antes de prometer.
30-1-2014/ Acuse de recibo / Javier Ballesta / Twiter: @javier_ballesta