La muerte de esta joven marroquí de 16 años que se quitó la vida, en la pedanía pachequera de Roldán, ha conmocionado a los vecinos de Lo Ferro, el lugar donde residía su familia y a los alumnos del IES “Sabina Mora” procedentes de la pedanía pachequera, Balsicas y Los Martínez que iniciaron esta semana un lunes negro, inmerso en la tristeza que estuvo marcado por la ausencia definitiva y sin retorno de su querida compañera que los dejó el pasado viernes, sin despedida, sin adiós, mientras todo seguía igual en ese centro educativo, donde todos se suelen llevar bien y no hay problemas, ni marginación por ser de otro país, tener otra cultura o practicar otra religión.
Sin embargo, la noticia trágica de la muerte de la adolescente marroquí, según las primeras hipótesis, podría deberse al temor de ser desposada en Marruecos en contra de su voluntad. «No quiero molestaros más» y «no tengo fuerzas para seguir viviendo» son dos de las frases que dejó escrita en árabe la joven para pedir perdón a su familia por lo que iba a hacer, según leímos en los medios, y que llevaron a la joven a cometer un suicidio, algo que no está bien visto entre la sociedad islámica.
La pregunta sobre ¿por qué se quitó Fátima la vida? está en la calle, sobrevolaba el pasado fin de semana los corrillos de los vecinos y también en el instituto donde esta estudiante de tercero de ESO, era acogida y sabían de su vida privada, como que estaba saliendo con un chico de 18 años de Roldán, también marroquí y que al parecer sufría malos momentos. Las versiones que circulan en el pueblo y entre el vecindario, apuntan al choque de mentalidad entre la familia y la hija, sin embargo la familia lo niega una y otra vez, al igual que la versión de la comunidad marroquí ha cerrado filas en torno a la versión de la familia.
En cualquier caso, ante estos hechos y sus consecuencias, se comprueba que aunque hablemos con normalidad de la educación intercultural en los centros, las diferencias y el choque cultural sigue existiendo en el hogar, la presión sigue estando en las familias, y las decisiones asociadas a la religión, la identidad cultural y al conservadurismo social suponen una brecha evidente. Los profesores, de nuevo se ven impotentes, una vez más ante estos hechos, sufren porque no se llegó a tiempo, para mediar y parar este fatal desenlace. Una vez más se constata cómo no basta con incorporar a los inmigrantes al sistema educativo formal, aún queda mucho por hacer y habrá que avanzar en esta dimensión relacionada con estos muros que se levantan, incluso entre las primera generación- los que aterrizaron con su cultura foránea- y la segunda, los que sienten suya la cultura que viven esta tierra y que comparten con sus compañeros de aula. Sin duda, todo un reto por afrontar.
27 de febrero, 2014/ Acuse de recibo/ Javier Ballesta / Twitter: @javier_ballesta