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Javier Ballesta

Acuse de recibo

¿Qué hacemos con las diferencias?

El ministro de Educación, Íñigo Méndez de Vigo, desgranó las cifras de la Encuesta de Población Activa (EPA), dada a conocer por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, referida a aquellos jóvenes que no han continuado sus estudios más allá de la etapa obligatoria, entre 18 y 24 años, barriendo para casa. Hay que reconocer que los datos le son favorables en este cierre de legislatura, donde como sabemos han sido y siguen siendo varias las incertidumbres que persististen en el ambiente educativo. En opinión del ministro, este descenso es significativo, porque desde 2011 se ha reducido en España seis puntos, pasando del 26,3% al 20,3% actual y, para él, se debe a la implantación de la Ley orgánica para la mejora de la calidad educativa (LOMCE) y al incremento de la oferta de Formación Profesional (FP). Sin embargo, para otros, la última propuesta implantada con la reforma educativa, la FP básica, no termina de arrancar y atrae a menos alumnos de los previstos.

Al parecer, valorando de forma positiva esta bajada, el problema que sigue persistiendo es el de las grandes diferencias que son añejas y persistentes entre comunidades autónomas. Si valoramos el abandono escolar prematuro por regiones, observamos que los porcentajes varían entre ellas. Me refiero a aquellas que siguen ancladas a su pasado y no despegan. Una vez más se evidencia que el Sur sigue ahí, existe y pervive en su pozo, que el Este sale mal parado y que el estancamiento del Sureste se mantiene. Son aquellas comunisdades que presentan elevados porcentajes, más de un 25%, Baleares, Ceuta y Melilla, junto con Andalucía, Extremadura y la Región de Murcia, donde los datos no son buenos (23,5%), cerca de las Islas Canarias; y la Comunidad Valenciana (22,6%), aunque sigue por encima de la media española, se aprecia una clara tendencia descendente. Otro grupo de mejor situadas lo forman regiones como Castilla-La Mancha, Cataluña y Aragón, Galicia, Castilla y León, Asturias y Madrid.

Y el corte, con gran diferencia, –y me alegro por ellas– lo encontramos en el Norte: Navarra, Cantabria y el País Vasco, donde el porcentaje de alumnos que no siguen estudiando cuando cumple los 18 años es menor al 10%. Esperemos que el compromiso de este país de disminuir hasta el 15% en el año 2020, en relación al Marco Estratégico para la cooperación europea en el ámbito de la educación y la formación sea posible, pero insistiría en que se trabaje mucho más de lo que se hace por romper las inercias de las desigualdades territoriales.

No podemos mantener la España de tres velocidades y no es de recibo conformarse con la diferencia como reclamo en un país que debería equilibrar las desigualdades, para conquistar nuevos retos, más allá de nuestras fronteras.

 

 

 

El blog de Javier Ballesta

Sobre el autor

Articulista de Opinión del diario La Verdad. Profesor de la Facultad de Educación de la Universidad de Murcia. @javier_ballesta


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