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Rubén García Bastida

La esquina doblada

Maletas rotas

Vetusta Morla en el concierto de Lorca | Vídeo: ‘elcritico80’

Festival: unidad de medida de comercio artístico de uso generalizado en el panorama nacional.
Dicen los que saben de negocios que está de moda organizar uno. En realidad, lo que nunca pasa de temporada es hacer dinero.

Los músicos –en sus furgonetas, en sus camiones, en tarimas o grandes escenarios– van de un lado a otro envueltos en una nube de mentira, confundidos por las vacas gordas, con agentes que disparan cachés de ficción aprovechando la multiplicación de los eventos organizados.

No puedo evitar pensar en algunos artistas como en maletas rotas que dan vueltas sobre una cinta de aeropuerto.

Y sin embargo, pese a la burbuja festivalera y la explotación insostenible de las billeteras de los clientes en crisis, a veces, en mitad de todo el circo, alguien detiene la marcha del engranaje y da una lección para los descreídos.

La música existe. Los músicos existen. Pese a todo el dinero que circula a su alrededor, pese a los cantos de sirena, pese a nosotros también. A veces los músicos existen y sus canciones son todo lo que necesitan.

Pienso, por ejemplo, en el joven grupo Vetusta Morla que acudió a Lorca o en Keren Ann y su visita a Cartagena, ambos actuaron el pasado miércoles 16, ambos se encontraron con la misma lluvia y ambos lo solucionaron de idéntica manera.

La suspensión de sus conciertos estaba cantada, pero Keren Ann se llevó a sus seguidores al salón de actos más próximo y tocó en acústico haciendo las delicias de los que más lo merecían, mientras que Vetusta Morla, sin electricidad y sin salón de actos más cercano en el que caerse muertos, pidieron un poco de silencio y lograron dar un concierto sin amplificar con apenas un par de instrumentos acústicos para trescientas silenciosas personas.

Trescientas personas calladas, trescientos silencios individuales y una voz. Eso fue hasta que llegó el estribillo. Entonces trescientas una voces se levantaron como un muro y recordé que el público también existe y que detrás de toda gran mentira hay algo siempre que es verdad.

Se fueron y quedaron las canciones en el aire, indomables, y un grupo de gente con una renacida fe en la música. Lo bueno de las maletas rotas, supongo, es que nunca tienen dueño.

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Sobre el autor

Periodista en 'La Verdad'. Guardo un rincón para las cosas pequeñas en 'La esquina doblada'. En Twitter soy @garciabastida


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