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Antonio Botías

La Murcia que no vemos

Cambiemos y el botijo del Puntarrón

El concejal Nacho Tornel, de Cambiemos Murcia, ha estado fino al elevar al Pleno municipal de mayo una moción para la protección del yacimiento del Puntarrón Chico, que a pocos les sonará como lo que es: un tesoro del patrimonio murciano. Para quien no lo sepa, el Puntarrón Chico es un yacimiento argárico, de la Edad del Bronce y localizado en Beniaján, que fue excavado en la década de los años sesenta. Resulta tan desconocido como interesante y decidí unirlo a mi lista particular de joyas del patrimonio que corren un peligro evidente de desaparecer. ¿Me hizo caso usted, lector paciente? Pues el mismo me hicieron las autoridades.

En aquella ocasión destaqué que en ese lugar se hallaron piezas de cerámica, cuchillos de sílex, punzones de hueso, brazaletes, sortijas, alabardas de cobre y bronce, e incluso enterramientos, tanto en cista [cuatro losas laterales y una quinta que hace de cubierta] como en tinaja. Vamos, que era el Puntarrón más grande que chico, pues allí se cocía la cosa municipal como hoy se cuece en La Glorieta, aunque entonces fueran los concejales con taparrabos y en mula torda y ahora con polos del pato, del arce o del carajo y en el autobús turístico.

Muy pocos saben, además, que en este yacimiento se encontró el botijo considerado como el más antiguo de la Península Ibérica. Sí, el más antiguo. Esto es: que cuando Abd al-Rahman II fundó Mursiya allá por el siglo IX ya tenía en su museo de antigüedades el botijo. Y todavía se conserva, algo increíble por estas latitudes. Si eso sucede en cualquier otro lugar del mundo, incluida la tribu más perdida de la Amazonia, lo hubieran convertido en reclamo turístico de primer orden. ¿No han visto ustedes el Manneken Pis de Bruselas, que es un niño meando de apenas 61 centímetros de altura? Se tarda más en encontrarlo que en asombrarse del poco fuste que tiene. ¿O el torico de Teruel, allá en lo alto de una columna? Símbolos donde los haya, oiga. Pero, mire usted qué pena,que el botijo lo tenemos aquí, en esta Murcia catedrática en desmemoria aplicada.

El botijo, que no húmeda cántara a la sombra de la higuera huertana, está compuesto por un depósito cilíndrico que presenta un orificio de unos dos centímetros y una asa. Pueden ustedes contemplarlo en el Museo de Arqueología de Murcia.

Pide Tornel en su espléndida moción, con más razón que un santo (un santo de izquierdas, que también hay muchos), que urge la declaración de Bien de Interés Cultural para el yacimiento. Y señala que, sin duda, corresponde al Pleno municipal impulsarla. ¡Equilicuá! Esas son las cosas que corresponden al Pleno, y no la tontuna de discutir si debe o no debe circular por Belluga el autobús turístico ese donde se asan (que aquí en Murcia así describimos la calor, que no es lo mismo que el calor) los inconscientes que lo usan en pleno agosto. ¡Faltaba el autobús dando vueltas por Belluga!

Por Antonio Botías

Sobre el autor

Este blog propone una Murcia inédita, su pequeña historia, sus gentes, sus anécdotas, sus sorpresas, su pulso y sus rincones. Se trata de un recorrido emocionante sobre los hechos históricos más insólitos de esta Murcia que no vemos; pero que nos define como somos. En Twitter: @antoniobotias


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