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Antonio Botías

La Murcia que no vemos

Santa Teresa, patrona (también) de Murcia

santa-catalinaCualquier santo, a estas alturas de la historia, se atreve a disputarle el puesto a la Patrona de Murcia, la Virgen de la Fuensanta. Entre otras cosas, porque la Morenica ya logró arrebatarle, a fuerza de rogativas exitosas en busca de lluvias, el cargo histórico que tuviera la Arrixaca. Pero eso no significa que la ciudad solo tenga entre sus devociones marianas una sola. Ni tampoco entre sus patrones. Sin ahondar mucho en los legajos, San Patricio comparte esa dignidad con la Fuensantica. Y, aunque ya nadie se acuerde, los mismos derechos concejiles disfruta Santa Teresa.

Todo surgió por el empeño de Felipe IV, quien ordenó en 1627 a sus ciudades que adoptaran a la religiosa, recién convertida en santa, como Patrona. Así se lo comunicó el Rey por carta al Concejo de Murcia, cuyos miembros se reunieron, como era costumbre, en la plaza de Santa Catalina, espacio público que también acogía audiencias y otros actos desde antiguo.

El 13 de julio de 1501, los Reyes Católicos ya habían autorizado desde Granada al Concejo la compra de unas casas en esta plaza con el objeto de ampliarla. Y como no había dinero en las arcas municipales, porque pocas veces suele haberlo, para pagar la expropiación y las obras crearon un impuesto sobre la venta de pescado y carne. Pero volvamos a 1927.

Fuensanta

¿Era la primera vez que la santa recibía esa dignidad? Ni la última. La religiosa ha sido nombrada Patrona de España en tres ocasiones. La primera fue en 1617, cuando todavía era beata, lo que poco le importó a Felipe III, quien ni siquiera esperó a que el Papa Gregorio XV elevara a la religiosa carmelitana a los altares el 12 de marzo de 1622. Cinco años después, Felipe IV insistió en el nombramiento. El Papa Urbano VIII, mediante un breve, anunciaría que, “de aquí en adelante, para siempre jamás” todos “tengan y reputen la dicha Santa Teresa por Patrona”. Aunque, eso sí, “sin perjuicio o innovación alguna del Patronato de Santiago Apóstol en todos los reinos de España”. Por última vez, las Cortes de Cádiz ratificaron el nombramiento en 1812. Curiosamente, los liberales apoyaron a la santa, frente a los conservadores, que apostaban por el apóstol.

La ocasión que aquí nos interesa es la segunda, en 1627. Tras la declaración del Papa, el Rey envió una carta a Murcia donde informaba al Concejo del breve apostólico y pedía que la religiosa fuera nombrada Patrona de la Ciudad. Además, recomendaba que Murcia, en las “necesidades” que tuviere, invocara su intercesión, y que el día de su festividad se organizara una “procesión solemne que vaya al monasterio de frailes carmelitas descalzos si lo hubiese en esta ciudad”, al de sus religiosas o a “la iglesia que pareciere más a propósito”.

Acta del nombramiento de la Santa.

Acta del nombramiento de la Santa.

Una fiesta y procesión
Leída la Orden Real, según consta en las actas capitulares de aquel día, aprobaron el nombramiento de Santa Teresa como Patrona “con el acatamiento y reverencia debidos”. Para evitar cualquier interpretación posterior sobre el acuerdo y las sabrosas polémicas en las que se enzarzan los historiadores, el acta refleja textualmente la elección como “Patrona a la Bienaventurada madre Santa Teresa de Jesús, suplicando con humildad a la bienaventurada se digne ser tal Patrona y vecina como tal de esta ciudad y de su Reino”. Igual que Murcia, medio centenar de ciudades acataron la voluntad del Rey.

El Concejo también acordó que “la fiesta y procesión solemne que su Majestad manda hacer se haga martes doce días de este presente mes”, esto es, el martes día 12 de octubre de 1627, “último de su octava”. Al desfile se convocaba a la ciudad y las autoridades, así como a “su bandera”, a la que debían acompañar los “pendones que tienen obligación” de hacerlo.
Otra de las disposiciones establecía que el desfile debía dirigirse “al convento de Nuestra Señora del Carmen Extramuros”, por no haber en la ciudad un monasterio de descalzos y “de los siete conventos de religiosas ninguno es de carmelitas”.

Impulso a la festividad

Con la historia en la mano, es cierto que en 1615 se establecieron en Murcia las Agustinas, quienes adoptaron las normas teresianas y sus constituciones. Aunque será en marzo de 1751 cuando se establece en la ciudad una comunidad de monjas carmelitas descalzas, pronto conocidas como las Teresas. Es el monasterio de la Encarnación. En 1964 se trasladaron a Algezares, pero esa es otra historia.

El Concejo murciano, en la cuestión que nos ocupa, también encargó en 1627 la organización del desfile a los regidores Ginés Jofré de Loaysa y Salvador Navarro, junto al jurado Pedro de Yepes. Por otro lado, se encargaba al “padre prior” del Carmen que predicara en esa festividad y se invitaba al resto de monasterios locales a sumarse a la misma.

¿Se celebró aquella procesión? Sin duda. De hecho, basta seguir la rebusca en las propias actas para encontrarse una anotación, apenas unas páginas después del acuerdo y que así reza: “Martes doce de octubre no hubo ayuntamiento porque la ciudad fue en procesión” al convento del Carmen y “asistió a la misa y sermón por el Patronazgo de la Bienaventurada Santa Teresa de Jesús”.

De esta forma, la religiosa se convirtió en Patrona, aunque nunca los vecinos del común, que son al final quienes ponen y quitan santos de los altares, le dispensó demasiado fervor. Al menos, en lo tocante a los festejos. De hecho, también resulta un tanto desconocido que otro patrón de la ciudad es San Patricio. Se acordó en la sesión del Concejo celebrada el 1 de abril de 1452. Fue nombrado tras la batalla de Los Alporchones donde se enfrentaron, en las cercanías de Lorca, las tropas castellanas dirigidas por Alonso Fajardo el Bravo contra las del reino nazarí de Granada. Por aquellos años ya se veneraba a la Fuensanta, aunque tuvo que esperar hasta 1731, cuando fue proclamada “Patrona Principal de la Ciudad de Murcia”. Entonces casi nadie recordaba que Santa Teresa ya lo era.

Por Antonio Botías

Sobre el autor

Este blog propone una Murcia inédita, su pequeña historia, sus gentes, sus anécdotas, sus sorpresas, su pulso y sus rincones. Se trata de un recorrido emocionante sobre los hechos históricos más insólitos de esta Murcia que no vemos; pero que nos define como somos. En Twitter: @antoniobotias


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