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Antonio Botías

La Murcia que no vemos

Tejerina, la dañina

Otra Tejerina vendrá que buena te hará, Narbona que Gloria llevaste como paz dejaste en Murcia. Y miren que lo tenía complicado la socialista que derogó el trasvase del Ebro. Con un par y con todo su morro. Que de morro le echaba treinta kilómetros. Y encima, porque así somos de serviles en esta tierra, le dimos más tarde un premio. Con otro par. Pues bueno: A aquella Narbona que cuando hablaba de los murcianos parecía la niña del exorcista con resaca, a aquella ministra que dinamitó el Plan Hidrológico Nacional, a esa misma le ha salido una feroz competidora.

La nueva ministra Tejerina, la dañina. Dañina, no por ser más mala que la carne de pescuezo, que eso está por ver aunque apunta maneras, sino porque cada vez que habla sube el pan y baja el nivel de agua de los pantanos murcianos. Es abrir la boca, y en Camarillas desciende un palmo el preciado elemento. Esta señora Tejerina, que me da grima y que pone a Murcia fina, garbilla agua cada vez que habla. Y según dónde hable. No en vano es licenciada, aparte de en imprudencias varias, en puertas giratorias. En apestosas puertas giratorias.

Me explico, no vayamos a tenerla: Tejerina, la dañina, pasó de ser un alto cargo -alta carga, cargante- de Agricultura a alto cargo también, pero de Fertiberia, empresa de fertilizantes pertenecientes al Grupo Villar Mir, cuyo presidente, Juan Miguel Villar Mir, fue imputado en el caso Bárcenas por haber realizado donaciones ilegales al PP. Y ahora retorna como ministra sacudiéndose el mal olor de la empresa de estiércol, eso que en Murcia siempre se llamó basura.

-¡Trae una pala de basura para los tomates, nene!, decía el abuelo.

Tomates murcianos que, por cierto, señora ministra, se cultivan en una tierra ensalzada como uno de los lugares donde mejor se gestiona el agua del mundo. Del mundo mundial. Y cuando usted ni soñaba con aferrarse al carguico, hartos estaban ya los regantes de recibir ‘parvás’ de autobuses de chinos e israelíes que venían a tomar nota. No a darla, como usted acostumbra. No a tomarnos como el pito del sereno, que es lo que hace su Gobierno en esta materia desde hace años. Que del ‘Agua para Todos’ de las pancartas que llenaban los edificios públicos todos en Murcia no queda ni el cordel que las sostenía. O cordeta, tal como se conoce en la huerta y, mira por donde, rima con jeta.

Lucas Jiménez, el presidente del sindicato de regantes, lo ha dicho claro como el agua que nos niegan: “Es la mayor estafa electoral de este país”. Ole Lucas. Aunque, porque aquí el que se mueve no sale en la ‘afoto’, ya estás listo o, como dicen en la huerta, ‘espachao’. Vamos, que te van a mandar a la… Fertiberia.

Y ante todo ese panorama, Tejerina, la dañina, se niega a hablar de trasvases y ofrece a los regantes como única solución la apertura de los pozos de sequía. ¡Échame cartas, Roque! Igual lo propone para que los agricultores murcianos se tiren a ellos de cabeza, que es lo único que ya les falta.

Por Antonio Botías

Sobre el autor

Este blog propone una Murcia inédita, su pequeña historia, sus gentes, sus anécdotas, sus sorpresas, su pulso y sus rincones. Se trata de un recorrido emocionante sobre los hechos históricos más insólitos de esta Murcia que no vemos; pero que nos define como somos. En Twitter: @antoniobotias


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