Costa y Silva, durante un partido / EFE

Tras varios días de reflexión, críticas y de futuro incierto, España ya prepara como afrontar su peor pesadilla. No queda otra. Y es que nadie imaginó que el partido ante Australia iba a ser tan inútil con dos equipos ya eliminados. Al campeón del mundo, fuera a las primeras de cambio, sólo le queda el único objetivo de limpiar su imagen todo lo que pueda.

Que aún quede el ‘trago’ de Australia en estas circunstancias pesa como una losa. Pero mucho ojo, porque a La Roja le queda el orgullo y, pese a que va a ser un sopor de partido, hay que jugarlo. Veremos si se hace el ridículo más grande de la historia de los mundiales o, por fin, se ve lo que hemos estado esperando, aunque sea demasiado tarde. Además, imaginó, que llegará la hora de los que no han tenido minutos, que querrán demostrar que hay futuro y que no todo se acaba en Brasil. Aunque también es cierto que lo que arrastran de los partidos pasados puede jugar en contra de los de Del Bosque. La incertidumbre es tanta…

Y es que muy mal pinta el panorama para un equipo que ha sufrido mucho mentalmente y que no ha sabido sobreponerse al varapalo del primer partido ante Holanda, algo que le dejó sin ideas para realizar su juego, sobre todo, muy pobre en ataque. Esa goleada fue clave, y creo que una derrota por la mínima creo que hubiera cambiado mucho la historia.

Pero también rompo una lanza y dejo claro que España no ha tenido su estilo, la que todos conocíamos. Todos se han aliado contra ella y la han estudiado a la perfección. Es un equipo que ha jugado bajo presión y La Roja ha tenido que luchar contra todos los elementos como rivales, aficionados, clima, etcétera.  Todo cuenta, aunque no es excusa para todo un campeón del Mundo, por eso ante Australia hay que salvar el honor.