>

Blogs

Sólo el joven es nostálgico

La dolorosa nostalgia es eso que se padece de joven, cuando aún no se puede añorar casi nada. Desaparece en gran parte cuando se alcanza una cierta edad, en la que puede añorar casi todo. El nostálgico es el joven, porque el viejo no tiene energías ni para recrear aquella intensidad de su pasado. Hasta para echar de menos aquellos tiempos en que uno era entusiasta hace falta entusiasmo. Llega un momento en que se vive de los recuerdos, sí. Pero no con nostalgia sino con perplejidad por lo rápido que ha desaparecido aquello que nos dio un sentido.

Llega un año en que la nostalgia se hace ridícula. Cuando de casi todo lo bueno hace ya cuarenta años, recordar queda entonces tan fuera de época como Monsieur de Bougrelon, ese espantajo risible del escritor francés Jean Lorrain que aún se empolvaba la cara y pintaba los labios de rojo cochinilla como en el Antiguo Régimen cuando estaba a punto de inventarse el cinematógrafo. De mayor llegas a destiempo hasta para volver al pasado. Con los años la melancolía, casi agradable, tiene una suavidad de plumón, y adquieres el aire contemplativo de los animales sentados que aguardan el vuelo circular de sus buitres.

En cambio, la nostalgia se siente de una manera violenta a los dieciocho o veinte años de edad. Cuando parece que el joven proyecta su inmensa añoranza hacia delante en el tiempo, ya que hacia detrás tiene poco vivido. A los dieciocho se tiene un sentimiento de pérdida por los buenos viejos tiempos que, en realidad, transcurrieron unos pocos meses antes… El adolescente descubre de repente que ha dejado de serlo. Y todo lo anterior le queda muy lejos, aunque haya ocurrido la noche previa. Al acceder al mundo adulto, añoras desesperadamente lo que hacías antes. Lo que hacías antes, no quién fuiste antes. Porque no hay conciencia aún de que fueses otro. Como sí se tiene con la madurez, cuando uno se ve ya como otra persona ajena a la que dicen que solías ser. “No será usted Fulanito…” “En una época me llamaban por ese nombre…”

Luego vuelan más años de los que podemos cazar y ya no tenemos fuerzas ni para echar de menos lo remoto. Porque aquello feliz por lo que pasaste ya parece como si le correspondiera a otro. Alguien a quien observas con la indiferencia que sentimos ante las fotos de antepasados a los que no conocimos.

Temas

Sobre el autor

José Antonio Martínez-Abarca. Nació una vez en un sitio tan bueno como otro cualquiera. Es lo que antiguamente solía llamarse un "columnista de prensa". Ha publicado demasiado sobre demasiados asuntos en diversos periódicos; pero guarda pocos recuerdos de ello, como si le hubiese sucedido a otro. Puede que, en efecto, fuera otro. Esto es lo primero que escribe sin aplicar la autocensura. Todos los lugares y hechos de este diario serán reales. Sólo se ocultarán algunos nombres por una doble cortesía: hacia el pudor de las señoritas y hacia el vigente Código Penal. Pretendo sólo salvar lo que de valioso hay en cualquier pequeño infierno cotidiano, para hacerlo llevadero y a veces sublime.


noviembre 2015
MTWTFSS
      1
2345678
9101112131415
16171819202122
23242526272829
30