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Joaquín García Cruz

Menuda política

Somos pobres, pero qué bien lo pasamos

Berlín es un quiero y no puedo. El paro empieza a quitarle el sueño, los edificios de su altiva plaza de Potsdam se exhiben semivacíos, y los fondos buitre han lanzado sus garras sobre un mercado de la vivienda abocado ya sin remisión a un encarecimiento de los precios idílicos que años atrás atrajeron a 25.000 artistas de medio mundo, seducidos por una política cultural sin parangón en Europa. (Con todo, Berlín ofrece aún alquileres de 400 euros, que aquí darían como mucho para un adosado en la huerta). Pero sus problemas no han entristecido a Berlín, sino todo lo contrario. Los berlineses han convertido en dogma el lema que acuñó su alcalde, el socialdemócrata Klaus Wowereit, cuando algunos de sus proyectos se dieron de bruces con el coste gigantesco de la reunificación y el Ayuntamiento tuvo que echar el freno. «Somos pobres, pero sexis», se defendió entonces Wowereit ante quienes lo acusaban de megalómano.
Berlín y Murcia se parecen como un huevo y una castaña, y lo mismo puede decirse de sus respectivos alcaldes. Miguel Ángel Cámara y su concejal de Festejos me recordaron sin embargo a Wowereit el día del Entierro, al ver con cuánto entusiasmo dibujaban el horizonte de la ciudad, contagiados del éxtasis sardinero y al calor de la traca final: qué lastima, vinieron a lamentar en TV, se acaban quince días de unas fiestas estupendas, pero el verano está ya a la vuelta de la esquina, como quien dice, y con él la romería de la Fuensanta, y sin darnos cuenta estaremos otra vez en Navidad, y pronto nos veremos quemando nuevamente la sardina.
No somos sexis, como Berlín, pero vamos de fiesta en fiesta. ‘Quid pro quo’. Me pareció una metáfora ilustrativa de los derroteros por los que a menudo discurren la política y los políticos regionales, encantados de lo bien que se vive en Murcia y atrapados en ensoñaciones cuya retahíla no parece necesario repasar para concluir, sin necesidad de mirar a Berlín, que mientras aquí nos ponemos al sol y nos vamos de verbena, en otros lugares recogen los frutos de políticas menos evanescentes. Los alemanes disfrutan de seis semanas de vacaciones escolares en verano, y aquí adelantamos este año al 19 de junio el final de un curso que no dará paso al siguiente hasta después de la romería de septiembre. ¿’Pobres pero sexis’? ¡Nosotros, ‘pobres pero con más fiestas que nadie’! Quién sabe, a lo mejor funciona como lema para ceniceros y posavasos. Y, si Ruth Lorenzo ganara el festival de Eurovisión, y la Unesco se aviniera por fin a reconocer como patrimonio inmaterial de la Humanidad el concurso de lanzamiento de huesos de oliva, ya sería la repera.

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