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Joaquín García Cruz

Menuda política

Corrupción para partirse de la risa

El personal se lo toma con la natural irritación, pero también con un balsámico sentido del humor

Si las redes sociales son un termómetro del estado de ánimo colectivo, resulta evidente que el personal se toma la espiral de corrupción con la natural irritación pero también con un balsámico sentido del humor. Por Whatsapp y Twitter pulula estos días lo mejor de la inventiva satírica, tan genuinamente española, para azucarar el creciente malhumor con un instante de cachondeo. Los ejemplos de esta burla generalizada son inagotables. Decenas de políticos distribuidos en mosaico alrededor de un titular periodístico se desternillan leyendo la noticia del ministro británico obligado a dimitir porque había mentido sobre una multa de tráfico. Un ‘nini’ tumbado en el sofá responde a su anciana madre que está «esperando los 650 euros que me va a soltar el coletas por tocarme los huevos». Quizá sea lo mejor: recurrir al humor, como si fuera bicarbonato que ayuda a digerir tanta chorizada. En ‘La Verdad’ convive a diario el goteo de nuevas imputaciones, por aquí y por acullá, con cartas al director rebosantes de ira -y que rezuman un inusitado interés ciudadano por la política-, sondeos de opinión que presagian el advenimiento de un nuevo mesías, y las punzantes y muy divertidas viñetas de Puebla, que sirven de aliviadero por el que liberar los malos humos que emanan de los juzgados. Nada acerca más a la felicidad, aunque sea efímeramente, como un chute de optimismo, y éste se consigue muchas veces con una simple carcajada. Es lo que ahora se llama ‘optimismo inteligente’, concepto moderno que toda la vida hemos conocido en su formato más castizo de ‘a mal tiempo, buena cara’. La chismografía se hace interminable en materia de corrupción, aunque no es exclusiva de las redes sociales. El cinismo de muchos gobernantes en apuros da pie igualmente a la comicidad en las portadas de periódicos y telediarios, de la mano de actitudes y declaraciones que a la postre son tan chistosas como las ocurrencias que pueblan las redes sociales. Tal es el caso de la pose de la alcaldesa de Alicante, dos veces imputada, que votó en el Pleno municipal una moción de la oposición para que los imputados no vayan en las listas (¡!). O la defensa del alcalde de Caravaca, transmutado en Groucho Marx para explicar por qué se mantiene atrincherado en su puesto: «El responsable soy yo y no me voy por responsabilidad» (¿?). O la última de Cospedal, quizá la más hilarante: «El PP ha hecho todo lo que podía contra la corrupción».

No me digan que no es para partirse de la risa.

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