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Miguel Rubio

Microhistoria(s)

Valdivieso, entre sus paisanos

El delicado retrato que le pintó su colega de oficio Germán Hernández Amores en 1861 recibe al público en la segunda planta de las Casas Consistoriales de Mazarrón. Domingo Valdivieso (1830-1872) aparece con una mirada entre perdida y melancólica, frente despejada y perilla y bigote a la moda del romanticismo que le tocó vivir. El pintor mazarronero ‘cosecha’ por fin un homenaje en su tierra natal, donde todavía hoy es un desconocido para muchos de sus paisanos, pese a que un instituto de Secundaria y un certamen artístico llevan su nombre. La muestra (abierta hasta el 9 de mayo) es la oportunidad perfecta para acercarse a la obra de este gran retratista, que dominó también el costumbrismo muy del gusto burgués y la temática religiosa. Magdalena Campillo, la comisaria de la exposición, ha conseguido reunir una selección del trabajo del artista mazarronero, en la que no faltan dos de sus obras maestras: Cristo Yacente (1863) y Luna de miel (1868), ambas cedidas por el Museo de Bellas Artes de Murcia. También es posible contemplar por primera vez una serie de cuadros procedentes de colecciones privadas, como el retrato de Andrés Quijada (1860), que nunca antes se habían expuesto al público.
Valdivieso, Hernández Amores y Martínez Pozo forman el trío de pintores murcianos más potente de la segunda mitad del siglo XIX. El mazarronero empezó sus estudios en Murcia, para después completar sus formación en Madrid, París y Roma, con ayuda de una beca de la Diputación Provincial, donde entró en contacto con las nuevas corrientes. La obra de este artista se reparte por varios museos, entre ellos, el madrileño del Prado. En la capital murciana, dejó constancia de su maestría con los pinceles en las efigies de Villacis, Romea, Salzillo y Floridablanca que decoran el salón de baile del Casino.

Una joven contempla la exposición de Valdivieso.

La exposición de las Casas Consistoriales también sirve para admirar la faceta de dibujante e ilustrador de Valdivieso, con la colección de litografías del Estado Mayor del Ejército. Y no hay que abandonar el edificio (aproveche también para conocer esta joya del modernismo levantada en plena época de apogeo de la minería) sin detenerse en la vitrina que guarda el paño de la Santa Faz  para la Verónica de la cofradía de los Salzillos. Pocas veces esta pieza , que “emana humanidad”, en palabras del pintor Pedro Cano, abandona la murciana iglesia de Jesús debido a su fragilidad. Domingo Valdivieso nunca olvidó su tierra natal, como prueba el cuadro Virgen con el Niño realizado para la parroquia de San Andrés y San Antonio de Padua, donde el pintor fue bautizado. Su temprana muerte, con solo 42 años, “privó a la pintura española de un legado más abundante”, según recuerda el alcalde de Mazarrón.

Nuestro patrimonio cultural en pequeñas dosis

Sobre el autor

Mazarrón, 1967. Periodista de 'La Verdad' y guía oficial de turismo.


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