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Miguel Rubio

Microhistoria(s)

“La huerta, al rescate de Murcia”

El proyecto Arquitectura ON (@arquitecturaOn) de la Universidad Politécnica de Cartagena (UPCT) arranca con la vista puesta en Mazarrón. Doscientos alumnos de la Escuela de Arquitectura y doce docentes, coordinados por el profesor Marcos Ros, se han puesto manos a la obra para aportar ideas frescas que ayuden a la regeneración urbana de este municipio de raíces mineras. Aquí os dejo la entrevista (ampliada) publicada en ‘La Verdad’. Ros habla de unas ciudades «más flexibles e integradoras», de la apuesta por recuperar el patrimonio histórico y de que «deberíamos aprender a comprar vivienda para vivir», y no solo como una inversión.

–¿Con qué objetivo principal echa a andar Arquitectura ON?
–Arquitectura ON es un proyecto de innovación docente de la Universidad Politécnica de Cartagena (UPCT), que tiene por objetivo principal coordinar diferentes asignaturas del Grado en Arquitectura entre sí, y también con la sociedad, poniendo el foco, en esta primera edición, en el municipio de Mazarrón. La idea es que los alumnos puedan ir integrando diferentes conocimientos a lo largo de la carrera, percibiendo la arquitectura como una disciplina global, con vocación de servicio a la sociedad.
–¿Tiene vocación de continuidad?
–Pretendemos poder ampliar poco a poco a más conocimientos, asignaturas y profesores, y, por supuesto, llevar las reflexiones y aportaciones de los alumnos a los municipios que estén interesados en colaborar con la UPCT.
–¿Qué pueden aportar de diferente los alumnos de Arquitectura a la regeneración y el rediseño urbano?
–La visión de los estudiantes es siempre desde la frescura y la ilusión por cambiar las cosas. El punto de vista de un alumno de Arquitectura es el de alguien que lo está aprendiendo todo, y por su formación y juventud, quiere cambiarlo todo. Por lo tanto, sus reflexiones, planteamientos, ideas y propuestas, no tienen el corsé jurídico y técnico que siempre aportan las propuestas más profesionales.
–Ya han visitado los escenarios que servirán de base para sus proyectos. ¿Cuáles han sido las primeras sensaciones de esa toma de contacto?
–La primera sensación es la de un municipio con valores diversos que no conocían. En general todos los alumnos destacan de Mazarrón la riqueza y diversidad de su territorio y patrimonio. A todos les está interesando la coexistencia de las diferentes vocaciones del municipio: la vocación urbana, la turística, la agrícola y la patrimonial. Realmente quedaron muy impresionados con el patrimonio cultural y minero del cerro de San Cristóbal, y todos destacaron la necesaria e imprescindible regeneración del patrimonio y el paisaje minero, así como la puesta en valor de dicho enclave para dinamizar la vida turística y cultural de Mazarrón.
–¿Qué pecados cree que ha podido cometer la arquitectura y el urbanismo en los últimos años? ¿Ha podido tener su parte de culpa en la situación de crisis o ha sido una víctima más?
–Hay dos maneras de entender el urbanismo: por un lado estamos quienes lo vemos como una oportunidad de mejorar el hábitat y las condiciones de vida de los ciudadanos, y por otra parte quienes sólo lo ven como una actividad económica y lucrativa. Es evidente que durante los años que siguieron a la Ley del Suelo de 1998, hasta la crisis de 2008, la visión especulativa y el dinero rápido, anularon la posibilidad de hacer buen urbanismo y ciudades a escala humana.
–¿Hacia dónde deben ir nuestras ciudades? 
–Ahora es momento de poner otra vez la vista en el urbanismo de siempre, en el que habla de las relaciones sociales, de los usos urbanos, de los transportes sostenibles, de la eficientcia, y de la puesta en valor de nuestros espacios públicos de relación. Nuestras ciudades deben volverse más integradoras y flexibles, debemos adaptar los espacios públicos a los nuevos retos de la sociedad de la información y disminuir nuestros consumos energéticos y materiales.

Marcos Ros, con el logotipo de Arquitectura ON. / PABLO SÁNCHEZ

–Cartagena apostó por su patrimonio histórico, y ahora parece que empieza a dar sus frutos. ¿Debería Murcia mirarse en ese espejo?
–Es indudable que las ciudades, en general, deben apostar por la recuperación y puesta en valor de su patrimonio histórico y cultural. Desde luego Murcia es una de las ciudades que presenta una mayor necesidad de ello. El patrimonio histórico musulmán de Murcia necesita de una fuerte puesta en valor. Enclaves como los castillos de Monteagudo, Castillejo y Larache, todo el entramado hidráulico asociado al regadío tradicional (contraparada, acequias, molinos), el yacimiento de San Esteban y tantos otros lugares, deberían formar parte de un proyecto global que apueste por una Murcia cultural de forma integral.
-Como conocedor de la huerta de Murcia, ¿qué futuro le espera a este espacio agrícola periurbano?
–El verdadero problema de la huerta de Murcia es el abandono al que viene sometida desde los años 80. Nuestras investigaciones en marcha están demostrando que el crecimiento de viviendas en la huerta, y la colmatación de la misma, responden a un proceso social espontáneo que apenas ha llevado una dirección política determinada. El resultado es que ya hay amplias zonas donde ya no se sabe si es huerta o ciudad, sin ser ninguna de las dos cosas.
–¿Qué posibilidades de desarrollo ve en la huerta de Murcia?
–La huerta presenta un potencial impresionante para su propio desarrollo y para el desarrollo global del municipio de Murcia. De hecho, me atrevería a decir que quien quiera sacar adelante un proyecto integral para Murcia, debe basarlo en una actuación global en la huerta, convirtiéndola en un lugar productivo, de ocio y turístico, explotando y poniendo en valor todo el patrimonio cultural y agrícola. La huerta dio origen a la ciudad de Murcia, y debe ser nuevamente quien la rescate de la atonía actual.
–Como especialista en valoración y tributación inmobiliaria, ¿es buen momento para comprar? ¿seguirá bajando el precio de la vivienda?
–En España digerimos las crisis mucho más lentamente que en otros lugares, y nos cuesta eliminar los excesos con rapidez. Por eso han sido más de seis años bajando muy lentamente el precio de la vivienda, lo mismo que en otros países habría bajado de golpe. Todo parece indicar que esta tendencia está estabilizada y se vuelve a un mercado más natural. En cualquier caso, creo que deberíamos aprender a comprar vivienda para vivir, y a ¿invertir? comprando otro tipo de bienes que no llenen nuestro paisaje con millones de casas vacías y cientos de urbanizaciones abandonadas.

Nuestro patrimonio cultural en pequeñas dosis

Sobre el autor

Mazarrón, 1967. Periodista de 'La Verdad' y guía oficial de turismo.


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