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Miguel Rubio

Microhistoria(s)

¿Otro nombre para el Ibáñez Martín?

Mis primeros recuerdos del colegio se sitúan en la hoy plaza de la Libertad de Mazarrón, no muy lejos del hogar familiar. El antiguo parvulario era un sólido inmueble con portón a la entrada y ventanales ovalados en la fachada. Dentro, un pequeño patio y las aulas, algo tristes, donde los alumnos nos repartíamos separados por sexo: ellas con doña Juanita y nosotros con doña Leonor. De aquella escuela de nuestras primeras letras y juegos queda el solar y, también, las imágenes y sensaciones que aún atesoramos en nuestro interior quienes acudimos allí durante la niñez. Es éste un patrimonio inmaterial y nostálgico al que se refieren expertos como el catedrático de la Universidad de Murcia Antonio Viñao, para impulsar la protección de la arquitectura escolar de la Región. Dos edificios de épocas distintas se han sumado recientemente al catálogo de Bienes Culturales: las escuelas nuevas de El Palmar, un modelo que hunde sus raíces en la II República; y el instituto Ibáñez Martín, de Lorca, ejemplo del nacionalcatolicismo que imperaba en pleno franquismo. Por cierto que quizás haya llegado el momento de plantearse un cambio de denominación para este centro de enseñanzas medias. Hay quien piensa, y puede que con bastante razón, que José Ibáñez Martín, ministro de Educación entre 1939 y 1951, no se merece tal honor. Más que nada porque entre sus ‘méritos’ figura haber orquestado y dirigido la mayor represión contra el profesorado y la ciencia del siglo XX. El libro ‘Enseñanza, ciencia e ideología en España (1890-1950)’, firmado por los investigadores Manuel Castillo Martos y Juan Luis Rubio Mayoral, y que acaba de editar la Diputación de Sevilla y Vitela Gestión Cultural, dedica un apartado a este desmantelamiento por motivos religiosos. En las páginas de ‘La Verdad’, el catedrático Viñao ya llamó la atención sobre esta aparente incongruencia.
Y es que en bastantes ocasiones la arquitectura escolar ayuda a comprender el modelo educativo de cada época. Así, volviendo al IES Ibáñez Martín, se trata de un edificio con planta en forma de cruz latina -al que se le añaden dos pabellones alargados- para recordar que la religión ocupa un papel central en la sociedad del momento. En la Región hay otros ejemplos aunque de diferente corte. Ahí están las primeras escuelas graduadas, en la calle Gisbert de Cartagena, con aulas para cada edad o grado; la ciudad portuaria también cuenta con uno de los llamados colegios al aire libre (la Casa del Niño), mientras que por la geografía regional se reparten un buen número de escuelas rurales. En los ficheros de Cultura aparecen una veintena de edificios docentes de todas las épocas que cuentan con algún tipo de protección. Destacan los cuatro colegios que Pedro Cerdán diseñó para Murcia: Andrés Baquero, Cierva Peñafiel, El Carmen y San Antolín. Un dibujo original con la fachada de este último se puede ver estos días en la exposición que organiza el Archivo General de la Región por su décimo aniversario.

Nuestro patrimonio cultural en pequeñas dosis

Sobre el autor

Mazarrón, 1967. Periodista de 'La Verdad' y guía oficial de turismo.


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