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Carlos Escobar

Música inesperada

Retorno al pasado

La pérdida de audición que padeció Ludwig van Beethoven (1770-1827) es uno de los grandes enigmas de la Historia de la Música y de la Medicina.

En 1776, el joven Ludwig percibe los primeros síntomas auditivos como una debilidad del oído que los médicos que lo visitan achacan a problemas abdominales y a diarreas recurrentes. En una carta fechada en 1802 decía: “En mis oídos hay zumbidos y silbidos de día y de noche. Puedo asegurar que paso mi vida de modo miserable”.

En esa época, Beethoven evitaba asistir a reuniones en las que alguien pudiera sospechar que no oía bien, sobre todo considerando que se trataba de un músico compositor. La sordera del maestro aumentaba de manera progresiva  y probablemente era debida a una otosclerosis bilateral que en esa época no tenía tratamiento, al no existir microscopios para cirugía de oído ni los audífonos de hoy día.

La otosclerosis es una enfermedad metabólica del hueso en la zona de la ventana oval, lugar donde el huesecillo llamado estribo contacta con los líquidos del oído interno. Para que el estribo transmita el sonido de forma eficaz, su platina debe tener cierta movilidad en dicha ventana. En los pacientes con otosclerosis, la movilidad del estribo disminuye porque se forma un foco de hueso que actúa como un punto de soldadura.

Actualmente, los cirujanos de oído realizamos operaciones en las que sustituimos el estribo por una prótesis que se ancla por un extremo en el huesecillo llamado yunque, quedando el otro flotando en la ventana oval. Personalmente, prefiero usar las prótesis de titanio, como la que he colocado sobre una tecla blanca del piano, para que aprecien en la foto el tamaño que realmente tiene.

El genio de Bonn se quedó completamente sordo a los 44 años, de forma que ya no podía mantener una conversación. Se decidió por usar a modo de amplificador una trompetilla de oído fabricada por Johan Malzel. Para poder dirigir con las dos manos, sujetaba dicha trompetilla a la cabeza con una banda. Ocho años más tarde, tuvo que dejar de dirigir definitivamente porque no escucha nada de lo que interpretaba la orquesta bajo sus indicaciones.

El tercer periodo en la carrera de Beethoven coincide con esta sordera profunda,así como con el agravamiento de su estado general de salud y los problemas de deterioro mental y aislamiento con pérdida de autoestima. Paradójicamente, es la época en la que compone sus  impresionantes Missa Solemnis y Novena Sinfonía.

Piensen por un momento que estas dos magnas composiciones que tanto han influido en la Humanidad, emanaron de la mente de un genio que no pudo escuchar ni una nota de ellas, aunque interiormente recreaba perfectamente lo escrito en las partituras.

Tendría que ver la otoscopia y la audiometría de Beethoven para decir si estaría indicado llevarlo a un quirófano. Como soy un otorrinolaringólogo apasionado por el oído y por la música, quiero pensar que, retornando al pasado y siempre con mi equipo de colaboradores, hubiese conseguido al menos que Don Ludwig escuchase la justificada ovación que el público le brindó tras escuchar la Novena Sinfonía el día de su estreno.

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por Carlos Escobar

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