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Los 'hombres de negro'

En el colorido e internacional mundo de las finanzas, además del hombre de rojo y bermudas, hay unos ‘hombres de negro’ que envía la implacable ‘troika’ (FMI, UE y BCE) a los países al borde de la quiebra y cuya sola mención hace que se le escape al ministro Montoro una risa nerviosa que acoquina a cualquiera. Dijo Cristóbal Montoro que los ‘hombres de negro’ (una gracieta del ministro para referirse a los interventores del FMI y liberar de paso tensión, supongo) no van a venir a España porque técnicamente no es rescatable. Para tranquilizar a la parroquia, el ministro de Exteriores, García Margallo, no encontró mejor comparación que la del ‘Titanic’. Si el euro se hunde, «lo hará también con los pasajeros de primera», dijo en referencia a Alemania y Francia. Pero lo cierto es que, después de diez días de negarlo, la vicepresidenta Sáenz de Santamaría admitió el viernes la posibilidad de solicitar ayuda para recapitalizar a la banca y ayer el ministro De Guindos, presionado por el Eurogrupo, anunció que España pedirá hasta 100.000 millones de euros, en lo que constituye el mayor rescate financiero de la historia. No habrá contrapartidas políticas (imposición de más ajustes decididos desde el exterior) sino únicamente exigencias a las entidades financieras, asegura De Guindos. Pero quién puede creer hoy a un ministro de Rajoy cuando todo su Ejecutivo actúa como un desentonado orfeón donde cada uno canta cuando y como quiere. Las coyunturas excepcionales como la actual precisan de liderazgo y de una clase política excepcional, y éste, lamentablemente, no es el caso. No soy muy partidario de los juicios generales y sumarísimos a los políticos porque los hay de valía y procuro nunca olvidar a esos concejales de los partidos democráticos que perdieron su vida o la pusieron en juego en el País Vasco cuando ETA empuñaba las armas. Pero me resulta difícil reconciliarme con la política a la vista de la gestión de esta crisis, que no es ni mucho menos solo financiera. Igualmente decepcionantes fueron el tono y los resultados del último Debate sobre el Estado de la Región. La propuesta de Valcárcel, aceptada por la oposición, de poner en marcha un plan estratégico para salir del pozo es lo único salvable de un debate con aires de trámite inane antes del cierre por vacaciones de la Asamblea. Si hemos vivido el peor año de la historia de la Comunidad, como dijo Valcárcel, éste debía haber sido el más fructífero Debate sobre el Estado de la Región, el más útil y trascendente para la colectividad. Y no lo ha sido. Nadie fue capaz de insuflar ilusión, de transmitir certidumbres y de ofrecer una hoja de ruta creíble basada en algo más que en expectativas. Mucha palabrería barroca para superar el ‘horror vacui’ en un lánguido hemiciclo, y mucho estacazo dialéctico para destapar las vergüenzas ajenas, pero poco acuerdo mollar en un parlamento regional con escaso fuste político para lo que exigen las circunstancias. El rescate europeo solucionará las necesidades de capital de las cajas y bancos. Si se va más lejos y luego hay intervención, vendrán los ‘hombres de negro’ del FMI y compañía para imponer recetas de doloroso impacto, como una reestructuración del sector público que mandará al paro a muchos funcionarios. Y eso, lejos de recuperar el crédito de nuestros políticos, provocará que la brecha entre éstos y la sociedad civil se agigante aún más.

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