>

Blogs

Germanofobia

Cuando España y Alemania se enfrentaron en 1885 por el archipiélago de las Carolinas en el Océano Pacífico, una ola de germanofobia recorrió la piel de toro. Las manifestaciones patrióticas y los alborotos populares se sucedieron en diversas ciudades de nuestro país. La embajada alemana fue atacada por las masas, que contemplaban a su paso por el Ateneo de Madrid un retrato expuesto del almirante Méndez Núñez, aquel marino que proclamó años antes que más «vale honra sin barcos que barcos sin honra». Efectivamente, era una cuestión de honor lo que se dilucidaba en el Pacífico. Nosotros descubrimos las islas Carolinas y se las consideraba un territorio de España, pero lo cierto es que no habíamos hecho una ocupación efectiva. El conflicto surge en virtud de un acuerdo entre Gran Bretaña y la Alemania imperial, que se arrogó su posesión y mandó un acorazado hacia el archipiélago para plantar allí su bandera. El conflicto del verano de 1885 estuvo a punto de acabar en una batalla naval entre las armadas española y alemana. Lo impidió la diplomacia vaticana y sirvió a la postre para poner de manifiesto la paupérrima dotación de nuestros buques de guerra frente a la potente armada imperial germana. Conmocionado por esa situación, un marino cartagenero llamado Isaac Peral dio a conocer un año después el revolucionario invento que iba a acabar con nuestra inferioridad en los mares. En la actual crisis de la UE, donde las reglas de austeridad son impuestas con mano de hierro por la canciller Merkel, se ha desatado una ola de antipatía hacia Alemania que el expresidente Sarkozy no dudó en calificar de germanofobia en 2011. En Francia es la izquierda más radical quien agita esos sentimientos, mientras que en el Reino Unido lo hace la derecha antieuropeísta. En paralelo, la prensa sensacionalista germana se encarga de inflamar aún más los ánimos de quienes no quieren pagar más facturas ajenas con humillantes portadas dedicadas a Grecia. Todo un caldo de cultivo para nacionalismos radicales a derecha e izquierda en un continente que ha visto incrementada la recesión, el malestar social y la desconfianza entre las economías más fuertes y las más débiles de la UE, lo que muchos expertos consideran las peores condiciones posibles para la unión bancaria, fiscal y de políticas económicas que se necesitan para salvar el euro. En el G-20, las principales potencias le hicieron saber a Merkel que debe flexibilizar las recetas basadas exclusivamente en la austeridad y pensar también en el crecimiento. No hay que olvidar que si a Alemania le funcionó el fuerte y doloroso plan de ajuste del gasto aplicado en 2010 fue, entre otras razones, porque en los dos años previos inyectó mucho dinero público para salvar a sus bancos, como el Hypo Real Estate y el Commerzbank, afectados por la crisis iniciada con Lehmans Brothers. En España lo estamos haciendo todo tarde y a la vez. Por eso cuando nos comparamos en términos económicos y financieros con Alemania caemos en la misma desolación que en 1885. Lo peor es que la indignación nos suele durar poco: tres años después de construir su submarino, el Ejército español dejó de financiar a Isaac Peral. ¿Adivinan qué país se interesó por el concepto de sumergible torpedero y desarrolló la mayor flota de submarinos en muy poco tiempo?

Las claves de la actualidad analizadas por el director editorial de La Verdad

Sobre el autor


junio 2012
MTWTFSS
    123
45678910
11121314151617
18192021222324
252627282930