>

Blogs

El PSOE se sienta en el diván

El encuentro de Felipe González y Alfredo Pérez Rubalcaba del pasado domingo, treinta años después de la victoria electoral de 1982, es fiel reflejo del estado de ánimo del partido mayoritario de la izquierda española, desorientado en su propio laberinto desde la derrota en las generales de hace un año. El desalojo del poder es siempre una experiencia traumática, pero resulta todavía más difícil cuando, un día sí y otro también, emerge de las propias filas del partido alguien cuestionando el liderazgo y el rumbo emprendido. Los problemas del PSOE son profundos porque tienen que ver con su ubicación ideológica y la recuperación de una identidad perdida. Sus rémoras son muy similares a las del conjunto de la socialdemocracia europea, que demostró no tener un proyecto alternativo para hacer frente al avance del neoliberalismo, como venían advirtiendo numerosos intelectuales de izquierdas, como Sami Näir, Edgar Morin y Tony Judt. Si el electorado se pronuncia ahora cada vez con más indiferencia por la derecha o la izquierda no es por elección ideológica, subraya Sami Näir, «sino más bien por despecho hacia unas políticas que se parecen como dos gotas de agua». Eso es lo que intenta ahora combatir precipitadamente el PSOE y lo que explica el ascenso de los nacionalistas en algunas comunidades autónomas y de partidos de reciente creación, que están sin mácula porque no han tenido responsabilidad de gobierno, como UPyD y Ciutadans. El PSOE va a tener que reinventarse con nuevas propuestas y un discurso homogéneo en todos los territorios si quiere recuperar su vocación de partido mayoritario, como reclamaba hace unos días Felipe González. Para los socialistas murcianos, la consolidación como proyecto alternativo es ya una tarea pendiente desde hace 17 años. Que el PSRM empiece a remontar debería percibirse como una necesidad democrática en la Región, dado que nada hay más insano para el buen gobierno que la falta de expectativas de alternancia en el poder. Ahora vuelve a tener una oportunidad para recuperar posiciones si encuentra modos más eficaces para hacer política y relacionarse con una sociedad que le ha dado la espalda en las urnas. No lo tiene fácil porque, al margen de errores y aciertos internos, vivimos el momento álgido de la desafección hacia la política y el sistema de partidos. La situación empieza a ser preocupante porque siete de cada diez españoles responden en la última encuesta del CIS que están insatisfechos con la propia democracia. Nunca en los 35 años desde el final de la dictadura los ciudadanos se habían quejado del régimen de libertades. Primero el PSOE, y ahora el PP, se están viendo superados por la crisis, acrecentando la idea de que los políticos son parte del problema y no de la solución. Ambos partidos tienen el deber de demostrar que la democracia es más fuerte que los mercados y que la política puede retomar el control de la economía. Lo deseable, al menos por una vez, sería que fueran capaces de ir de la mano para llevar a cabo las profundas reformas que devuelvan la confianza en la democracia. Quizá entonces la ciudadanía volvería a percibir que los políticos le son útiles.

Temas

PSOE

Las claves de la actualidad analizadas por el director editorial de La Verdad

Sobre el autor


diciembre 2012
MTWTFSS
     12
3456789
10111213141516
17181920212223
24252627282930
31