>

Blogs

La sonrisa de Inés

En la mañana del 19 de julio de 1989, una llamada a la Redacción informó de un posible atentado cerca de la estación de Atocha. En esa ocasión, como en alguna otra, me tocó ir a toda prisa al lugar de los hechos. Salir del periódico llevaba menos tiempo que entrar. Los vigilantes privados ya no te inspeccionaban los bajos del coche o te hacían abrir el maletero por razones de seguridad. Era casi mediodía en Madrid y el fotógrafo, Ramón Prieto, propuso ir en su moto para sortear el infernal tráfico de la ciudad. De esa forma quizá llegaríamos antes de que la Policía acordonara la zona. Entonces no había móviles, y sin posibilidad de oír la radio, durante el trayecto ignorábamos qué íbamos a encontrar. El comando ‘Madrid’ había sido desarticulado dos años antes. Cayeron De Juana Chaos y otros cinco integrantes, aunque escapó Inés del Río, capturada medio año después en Zaragoza. Hacía ocho meses que ETA no mataba en la capital, pero tenía siete comandos activos. Temíamos lo peor. La última vez había colocado 100 kilos de amonal frente a la Dirección General de la Guardia Civil. Murieron un técnico de RTVE y un niño de 2 años, Luis Delgado. Ambos viajaban en coches diferentes que pasaron junto al acuartelamiento cuando explotó la furgoneta-bomba. Al llegar a la avenida Ciudad de Barcelona, cerca del Gobierno militar, se disipó la incógnita. Era otro salvaje acto terrorista. Un automóvil ametrallado con tres ocupantes. Dos yacían muertos en la parte trasera. Pudimos aproximarnos lo suficiente al vehículo para captar la imagen que al día siguiente publicó el periódico. La foto mostraba que la inmisericorde ejecución les llegó de improviso. Sin posibilidad de reacción. Recibieron treinta disparos de metralleta. Solo sus cabezas habían cambiado de posición. Una sobre el respaldo trasero. La otra, apoyada sobre el pecho de su compañero. Nunca había visto una escena tan cruel, tan dolorosa. Tras recabar testimonios de varios testigos, volvimos a la Redacción. Entonces supimos que los asesinados eran el coronel José María Martín Patiño y el comandante Ignacio Julio Barangua. Inicialmente se atribuyó el doble crimen a Urrosolo Sistiaga y a otros dos etarras. Más tarde se averiguó que fue el comando de Henri Parot, responsable también de la muerte del pequeño Luis. Parot fue detenido al cabo de meses cuando pretendía volar la Jefatura de Policía de Sevilla. Fue imputado por 82 asesinatos y tuvo 26 sentencias condenatorias. En total, 4.800 años de cárcel. Parot era una máquina de matar. Desde 1978 a 1990. Cinco años más tarde llegó el llamado ‘Código Penal de la democracia’, luego la ‘doctrina Parot’ y, hace unos días, el fallo del Tribunal de Estrasburgo. Inés del Río hoy está libre y sus 24 víctimas, bajo tierra. Ni lo uno ni lo otro tiene marcha atrás. Sentado ante el ordenador, el martes vi la fotografía de Inés del Río al abandonar la prisión. En el interior de un coche, sonriendo. Y como hace veinticuatro años, me estremecí con esa escena tan cruel, tan dolorosa.

Las claves de la actualidad analizadas por el director editorial de La Verdad

Sobre el autor


octubre 2013
MTWTFSS
 123456
78910111213
14151617181920
21222324252627
28293031