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Luces largas

Se echa de menos en las instituciones regionales una decidida voluntad de examinar los problemas estructurales con una visión a largo plazo. Lo coyuntural y lo urgente acaban por imponerse siempre a lo trascendente

Vivimos bajo el imperio de lo efímero, evanescente e instantáneo en un mundo líquido donde la coyuntura y lo urgente se imponen siempre a lo trascendente. Es la era del vacío, filosofaba el francés Gilles Lipovetsky. Ya decía en los sesenta el más escéptico de los escritores españoles, Josep Pla, que hay muchas cosas que van mal y sin embargo funcionan, aunque sin ningún resultado que podamos tildar de progreso. Encierra algo positivo ese escepticismo del escritor ampurdanés porque está más cerca del análisis crítico que del pesimismo improductivo. Como bien apunta Adela Cortina, sola las personas y las sociedades de alta moral tienen agallas y arrestos para enfrentar la vida con altura humana. Por eso siempre conviene cultivar la autoestima en paralelo al espíritu autocrítico.

En la Región de Murcia hay cosas que van mal y, aunque funciona en su día a día, no se progresa. La razón es que todos los palos en las ruedas son estructurales. Estamos sobrados de diagnósticos certeros. No hace falta escudriñar mucho. Están diseccionados en los informes del Consejo Económico y Social y sobrevuelan diariamente en el debate político regional. Estos días se manifiestan de manera meridiana porque esos problemas, como el déficit secular de agua o la debilidad de nuestro mercado de trabajo, con la consiguiente merma de calidad de vida, atraviesan fases periódicas de crisis. El actual Gobierno regional está dando respuesta a lo urgente con cierta solvencia, pero se echa de menos en el Ejecutivo y en el resto de las instituciones regionales una decidida voluntad de examinar los problemas en el largo plazo para quitarlos del camino. Un informe publicado el pasado mes por el Ministerio de Defensa británico, del que hoy damos cuenta a nuestros lectores, sitúa al sureste español como un único punto de conflicto geopolítico en Europa occidental, en el horizonte de 2035, por la escasez de agua y el aumento de las temperaturas por el efecto invernadero. El pasado año fue el más cálido de los últimos 75 años y en lo que llevamos de enero las altas temperaturas para la época invernal ya han obligado a retirar de los campos murcianos 7 millones de kilos de hortalizas que han madurado prematuramente. Podría interpretarse como un fenómeno excepcional si no fuera porque el calentamiento es claramente ascendente en las últimas décadas y todos los modelos matemáticos apuntan a que se agudizará en las próximas décadas. La Comisión del Agua creada en septiembre en la Asamblea va a servir de poco o nada si se convierte en otro campo de batalla política y no se examina con las luces largas un problema histórico que se va a acentuar con el tiempo. Será un esfuerzo baldío si, en la búsqueda de soluciones para lo inminente, nuestros representantes no reparan de nuevo en el largo plazo.

Otro tanto cabe decir del mercado de trabajo en la Región, muy ligado a sectores productivos de alta estacionalidad, como la agricultura y el turismo. Las cifras de crecimiento económico son positivas. Estamos a la cabeza de las comunidades con mayor incremento del PIB y más generación de empleo a lo largo de 2015, pero seguimos en la misma posición relativa (terceros por la cola) que hace ocho años en puestos de trabajo de carácter indefinido. Se están dando los primeros pasos decididos hacia la reindustrialización, pero los resultados tardarán en llegar si no se soluciona lo antes posible, como promete el Ejecutivo regional, la multitud de trabas burocráticas para la apertura de empresas con actividad industrial. Se ha perdido mucho tiempo en el pasado y eso juega en contra de un escenario muy competitivo y global, donde las grandes inversiones se deciden con rapidez bajo criterios de oportunidad. Si la Región ha demostrado una gran capacidad de gestión empresarial en los años más duros de la crisis, cabe pensar que disponemos también de los recursos humanos para no estrellarnos en la gestión política. Y si no es cuestión de aptitud habrá que concluir que es momento de cambiar de actitud, para saber encarar lo coyuntural e inmediato con la vista puesta también en el horizonte más lejano.

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