>

Blogs

El 'efecto Lindy'

Lo urgente hoy es acabar con la ingobernabilidad que arrastramos desde diciembre. Cuanto más tiempo vivamos sin Gobierno más posibilidades hay de que se enquiste la situación. Solo los votos del 26J pueden cambiar las cosas

En 1964, el escritor Albert Goldman escribió un artículo llamado ‘La ley de Lindy’ donde afirmaba que las expectativas de futuro de un cómico en televisión son directamente proporcionales al tiempo que ya haya estado expuesto a ese medio. Lindy’s es un local nocturno situado en Broadway donde entonces se daban cita muchos actores, y aquella frase no dejaba de ser un juicio de valor intuitivo de un escritor. Sin embargo, inspiró a un matemático que vino a acuñar el término ‘efecto Lindy’ para esbozar una teoría sobre las expectativas de vida de todo aquello que no es perecedero. A diferencia de lo que ocurre con los seres vivos, cuya esperanza de vida se reduce cada día que pasa, cuanto más tiempo sobrevive una tecnología, una ideología, un proyecto o una situación más posibilidades tiene de perdurar.

El candidato de Unidos Podemos, Pablo Iglesias, ha forjado su liderazgo en televisión y, si fuera cierta aquella predicción de Albert Goldman, su rutilante presente tendría un futuro de corto recorrido. La irrupción de Podemos no es un hecho aislado en la Unión Europea, como consecuencia de las políticas de ajuste del gasto público, aunque su auge tiene mucho que ver con una gran habilidad para manejar el ‘marketing’ político en el masivo medio televisivo. Iglesias intenta ahora arrebatar la bandera de la socialdemocracia al PSOE con el fin de debilitar y dividir a los socialistas para acometer el ‘sorpasso’, pero intuitivamente también trataría de dotar de enjundia ideológica a su partido para garantizarle su supervivencia. Hasta ahora ha venido tirando del prontuario de cocina del pensamiento líquido, metiendo en la batidora un poco de aquí y de allí, desde retórica bolivariana, aires peronistas, apelaciones a Syriza, referencias a los países nórdicos… El principal activo de los protagonistas de la ‘nueva política’ era que no tenían biografía, pero ahora, ya con suficiente perspectiva temporal, los bandazos ideológicos de Podemos son indisimulables. Si al PSOE le está yendo mal en las encuestas es precisamente porque ha puesto demasiado su foco en su candidato, que es perecedero, como todos, en lugar de hacerlo en su marca centenaria, que ha sobrevivido a todo tipo de avatares, incluida la clandestinidad durante 40 años de dictadura. Es evidente que si se convierte en tercera fuerza, el PSOE se sumirá en su mayor crisis. Pero asumir esa posibilidad de antemano, como se trasluce en parte de ese partido, le ha llevado a la desmovilización por puro miedo paralizante. Es difícil encontrar un error tan acusado en campaña como la reciente confesión de Pedro Sánchez de que falló en la elección de su equipo, endosando las malas perspectivas a los «que no rinden». El PP se puede ver en una disyuntiva también complicada si dentro de una semana no puede gobernar si no es en coalición con Ciudadanos y la abstención del PSOE en la sesión de investidura. En ese caso, Rajoy se verá en la tesitura de decidir si da un paso atrás en caso de que Albert Rivera condicione cualquier acuerdo de gobernabilidad a la marcha de quien fue presidente estos últimos cuatro años.

Puede sorprender a muchos el dramatismo con que los partidos viven la campaña, más aún cuando quien gobierne lo hará en precario y por un espacio breve. Que cualquiera de los candidatos salga abrasado de las urnas y deba ser reemplazado por otro de su formación no supone ninguna catástrofe para el país, que tiene innumerables asuntos más relevantes de que preocuparse. Lo que ocurre es que, ligados al futuro personal de esos cuatro líderes políticos, se dirime también el próximo domingo la carrera política de muchos miles de dirigentes y militantes. Para los electores, lo urgente y relevante debería ser acabar con la ingobernabilidad que vivimos desde diciembre. En las ciencias sociales, el llamado ‘principio de mediocridad’, según el cual no existe nada intrínsecamente especial en cualquier momento histórico, se emplea para estimar la duración posible de sucesos de los que se tienen pocos datos. Sea certero o no el ‘efecto Lindy’, parece que cuanto más tiempo vivamos sin Gobierno, más posibilidades habrá de que se prolongue esta situación. Lo único seguro es que solo los votos del 26J pueden cambiar el curso de los acontecimientos.

Temas

Las claves de la actualidad analizadas por el director editorial de La Verdad

Sobre el autor


junio 2016
MTWTFSS
  12345
6789101112
13141516171819
20212223242526
27282930