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Es la Educación

Han pasado las elecciones y es necesario que los partidos se pongan ya a trabajar de forma constructiva en la Región. Ese pacto educativo regional que reclama el Consejo Económico y Social sería la mejor forma de empezar

El Consejo Económico y Social (CES) de la Región de Murcia no da puntadas sin hilo. Sus diagnósticos son siempre certeros y convienen ser atendidos por quienes ostentan responsabilidades públicas. Es una buena noticia que la irreparable pérdida de su presidente durante muchos años, el añorado Antonio Reverte, no haya producido una merma en la calidad del trabajo de este órgano consultivo, que ha encontrado en José Luján un nuevo timonel que está cumpliendo con creces tan complicada encomienda. El pasado viernes, el CES dio a conocer su última memoria, un exhaustivo informe que proporciona valiosa información sobre el estado de la Región en un momento crucial para adoptar el mejor rumbo en esta fase de incipiente recuperación. El documento pone el dedo en la llaga al señalar algunas secuelas importantes dejadas por la crisis, como el crecimiento de la desigualdad. Aunque sus niveles son menores que los del conjunto de España, han experimentado un mayor crecimiento durante estos años de depresión económica.

Se dice que la pobreza puede llevarse con resignación, pero la desigualdad es un fenómeno inaceptable que se ha acentuado con la globalización. No es admisible un mundo donde las 85 personas más adineradas acumulan una riqueza equivalente a la de las 3.500 millones más pobres, según reiteran los informes de Oxfam. El acelerado proceso de desigualdad social en la Región tiene que ver mucho con los cambios en la evolución y distribución de la riqueza durante la crisis. Los niveles de renta en la Región han sido históricamente menores que los nacionales, pero, según el CES, aquí empezaron a contraerse antes y con una intensidad que a la postre ha sido mayor que en el resto del país. La renta media por persona bajó un 14,8% frente a un 3,2% en el caso nacional, lo que ha lastrado el consumo también de forma más acusada en la Región. Aunque los más ricos han sentido la crisis, los datos muestran un empobrecimiento mayor en la clase media y en los más desfavorecidos, que crecen en número. La lucha contra la desigualdad social ha sido una bandera histórica de la izquierda como la libertad, en su sentido más amplio, lo ha sido de la derecha. El actual Gobierno regional, que apuesta por la libertad de elección de centros educativos, de horarios comerciales y por la eliminación de trabas a la actividad económica, no puede descuidar, sin embargo, el combate de la desigualdad. La tesis de que impulsando el crecimiento económico y la generación de empleo se puede restañar la brecha no es del todo convincente, a la vista de las bolsas de pobreza y los índices de desigualdad que muestran muchos países en pleno crecimiento. Las históricas recetas de la izquierda, basadas en las ayudas públicas, han dado réditos políticos a sus impulsores, pero tampoco han erradicado el problema. Probablemente esté en el término medio, en la combinación de medidas liberalizadoras de impulso económico y una protección social que no deje a nadie en el camino, la vía más adecuada de cara al futuro.

Dicho todo esto, en mi opinión no habrá solución si a la vez no hay un impulso decidido al sistema educativo. El informe del CES es diáfano cuando señala las carencias y los remedios. En su presentación, José Luján subrayó la imperiosa necesidad de alcanzar un gran pacto regional por la Educación que repare, en primer lugar, el impacto de la crisis en el gasto público. Aunque el descenso fue cinco puntos menor que la media nacional, los recursos públicos por alumnos en los centros de enseñanza no universitaria disminuyeron un 10,5%. No menos importante fue la reducción de la plantilla de docentes, que alcanzó un 10,7% (2.325 profesores menos). Es necesario, asimismo, acabar con la fuerte proporción de jóvenes entre 25 y 34 años con poco nivel de estudios. En la Región se ha producido una importante disminución del abandono temprano educativo desde mediados de la pasada década, periodo en el que la tasa disminuye 14 puntos porcentuales, al pasar del 38,1% en 2005 al 24,1% en 2014. «Es una caída superior a la que se constata en España, en el entorno de los 9 puntos, pero insuficiente para corregir totalmente la desventaja pues en el conjunto nacional dicha tasa asciende al 21,6%», apunta el CES.

Reducir la desigualdad social, con efectos estables y duraderos, no será posible exclusivamente con la rebaja del paro. Tan importante como generar actividad económica y afinar las estrategias de empleo juvenil, dotándolas de recursos suficientes, será resolver todos los problemas de fondo que arrastra desde hace tiempo la formación de nuestro capital humano. Si aspiramos a una Región más próspera y con las mismas oportunidades para todos, la apuesta sostenida por la educación pública de calidad es el camino más acertado. Ya han pasado todas las elecciones y es necesario que los partidos se pongan a trabajar de forma constructiva. Ese pacto educativo regional que reclama el CES sería la mejor manera de empezar.

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