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La batalla de Madrid

Con su singular ironía, el escritor y periodista pontevedrés Julio Camba decía allá por 1920 que el «hijo de un gran político gallego tiene desde su nacimiento categoría de ministro; el sobrino tiene categoría de subsecretario o de director general, y así sucesivamente». Galicia, escribía Camba, es tierra de sardinas y políticos: «Las sardinas nacen unas de otras, y los políticos también». Casi un siglo después, las cosas son bien diferentes. Incluso en la patria chica de Rajoy. En la Región de Murcia, los hijos de los grandes políticos, de haber o haberlos habido, nunca han nacido con una potencial cartera ministerial bajo el brazo. A diferencia de la vocación empresarial, que aquí se hereda, la política solo excepcionalmente se trasmite a los vástagos. Gestionar el patrimonio propio siempre ha interesado más que gestionar el de todos. Si a la falta de ADN político por vía germinal se suma un liviano peso en Madrid, propio de una región uniprovincial, no es de extrañar la corta lista de ministros murcianos en la historia de España. Puede que el oficio de ministro esté sobrevalorado desde que ya no reporta, como sugería Camba con su particular humor, un puerto y varias carreteras para el territorio de origen. Pero en nuestro país aún conviene mucho tener aliados en los distintos escalones del Ejecutivo que sean sensibles a los problemas y reivindicaciones regionales. Sobre todo porque nuestra dependencia de la Administración central, tan propensa a los atascos burocráticos, es aún abrumadora en múltiples asuntos. El nuevo Ejecutivo de Rajoy está aún por completar, pero, de momento, hay pérdida de peso específico con las salidas de Isabel Borrego (aunque entró en su día como cuota balear) y, sobre todo, de Jaime García-Legaz. Los exportadores del sector agroalimentario echarán de menos a quien, después de dar no sé cuántas vueltas al mundo en los últimos años, quiere ver crecer a su hija de seis años y deja voluntariamente la Secretaría de Estado de Comercio para incorporarse a la Compañía Española de Seguros de Crédito a la Exportación (Cesce). Poco dado al lucimiento personal, ha resuelto no pocos problemas a los exportadores murcianos. Antes de irse, ha dejado franqueada la puerta del mercado chino a la fruta de hueso de la Vega Media a través del ‘tren de la seda’. Y, probablemente, seguirá desde la Cesce siendo un aliado de los intereses murcianos. La buena noticia de la semana es la vuelta de Juan María Vázquez a la Secretaría General de Ciencia y Competitividad, un puesto de gestión clave porque orquesta todo el sistema nacional de I+D+i. Su aportación puede ser decisiva para la captación de fondos y la puesta en marcha de la Agencia Regional del Conocimiento que impulsa Pedro Antonio Sánchez.
El presidente ha entendido bien la importancia de hacer política tanto en el Congreso como en la sede nacional de su partido y el Ejecutivo central. Se le podrán achacar no pocos errores y carencias en su equipo, pero no cabe escatimarle el reconocimiento a su entrega y capacidad de trabajo, gran parte volcado en Madrid. La reunión con cinco ministros en siete días, a partir de mañana, es una muestra de ese empuje. Ahora bien, es el momento de los resultados. Con la foto y vagas promesas no basta. Y lo sabe. Proyectos como el AVE a Murcia y Cartagena, en los términos pactados con la oposición, no pueden esperar más. La Región acabará el año con un crecimiento económico superior al 3% que podría haber reportado muchos más beneficios a la sociedad murciana con esas infraestructuras en funcionamiento. Hay que pelear el agua, el Corredor Mediterráneo y cambios legislativos que impulsen la fotovoltaica. Desde ya.

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