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Carles, déjalo ya

«Esto se ha terminado», confesó Puigdemont. Y pese a todo persiste el bloqueo institucional en el Parlament para hastío de la resquebrajada sociedad catalana y del resto de España, ahíta de cansera por el omnipresente ‘procés’

En las antiguas misas de coronación papal, el maestro de ceremonias pronunciaba en tres ocasiones la frase ‘Sic transit gloria mundi’ (Así pasa la gloria del mundo) mientras en un brasero ardía fugazmente un fragmento de estopa. Una liturgia que ilustraba al sucesor de Pedro la fragilidad del poder humano y lo efímero de nuestra existencia. Ya antes, cuando los generales de la antigua Roma que volvían victoriosos desfilaban por la ciudad, un esclavo del séquito les susurraba a cada paso ‘Memento mori’ para recordarles que eran mortales y no dioses que puedan hacer un uso del poder que sea arbitrario o contrario a lo dictado en las leyes. Hasta esta misma semana nadie aparentemente musitaba en las filas independentistas de Puigdemont sobre la irrefutable evidencia de que en un Estado de Derecho es imposible investir como presidente de Cataluña a un prófugo de la justicia. Fue el propio Puigdemont, admitiendo descarnadamente su derrota política en mensajes privados enviados a un colaborador, el que en contra de su voluntad ha abierto los ojos a sus pretorianos ante lo que a todas luces es una infructuosa huida hacia adelante en busca de impunidad personal. «Esto se ha terminado. Los nuestros nos han sacrificado», escribía el expresident, abocado tarde o temprano a prisión por orden judicial como consecuencia de un presunto delito de rebelión. No hay otro desenlace previsible para esta efímera república virtual catalana que duró lo que un trozo de lino sobre unas brasas. Y sin embargo persiste un bloqueo institucional en el Parlament para hastío de la resquebrajada sociedad catalana y del resto de España, ahíta de cansera por el omnipresente ‘procés’. Los Presupuestos del Estado, la negociación del modelo de financiación autonómica, el pacto nacional por el agua, el de educación, la reforma de las pensiones… La aritmética parlamentaria ya pone cuesta arriba trenzar acuerdos para avanzar en reformas, pero para colmo de males hasta el más mínimo paso adelante parece bloqueado por la ausencia de un Gobierno catalán legalmente constituido que ponga fin a la aplicación del artículo 155 de la Constitución. España es un clamor: Carles, escucha lo que ahora balbucean los tuyos y déjalo ya. ‘Sic transit gloria mundi’, mindundi.

Viento de cola

Los resultados de las últimas elecciones autonómicas fueron el particular ‘Memento mori’ del PP regional. Recuerda que eres mortal, dijeron los votantes murcianos a una organización política que acumulaba veinte años de aplastantes victorias y parecía imbatible. Lejos de tomar convenientemente nota, entró en una espiral de errores políticos que acentuó su inestabilidad y vulnerabilidad ante una oposición que no deja de poner en evidencia su debilidad en la Asamblea regional. La aprobación de las enmiendas a la ley del Mar Menor demuestra la impotencia del partido mayoritario en una Cámara legislativa donde solo ha llevado tres proyectos de ley en el último año para evitar el vapuleo de sus rivales. Para espantar el fantasma del fin de ciclo que aterroriza en sus filas, los populares se aferran al viento de cola que impulsa la economía y al desbloqueo de las infraestructuras de transporte que ha emprendido Rajoy. La situación dista mucho de ser idílica, pero por primera vez en muchos años el Gobierno regional puede sacar pecho del dinamismo económico. En un año de récord en turismo extranjero, que benefició a todo el arco mediterráneo, la Región de Murcia fue la comunidad autónoma cuyo PIB creció más en 2017, junto a la Comunidad Valenciana y Baleares. Cierto es que estamos lejos en muchos parámetros (nivel de renta, empleo…) de la media nacional, pero es innegable el repunte de una economía murciana que crece con un patrón mucho más sólido que antes de la crisis. No todos los huevos, afortunadamente, están ya depositados en una única cesta. La mayor parte del mérito procede de las empresas, que han sabido buscar y afianzar los mercados exteriores, y de los trabajadores, que con sus sacrificios salariales dotaron de competitividad a sus empleadores. El acierto del equipo económico del Gobierno regional consistió en desplegar adecuadamente las velas y en asumir como ineludible la necesidad de avanzar en la simplificación administrativa, una tarea en la que sí han encontrado el apoyo de Ciudadanos, como sucedió igualmente con la aprobación de los Presupuestos regionales. La cuestión es si el PP regional sabrá aprovechar los vientos favorables para hacer todos los deberes económicos pendientes, que son muchos, empezando por facilitar que la recuperación, en términos de renta y empleo, llegue a las economías de los hogares más castigados por la crisis.

Una ley integral del Mar Menor

Los últimos análisis muestran una sensible mejoría en la turbidez del agua respecto al año pasado por estas fechas, lo que indica que el control de los vertidos de nitratos agrícolas es la estrategia adecuada. Pensar, sin embargo, que el Mar Menor hoy está a salvo sería caer en una imprudencia catastrófica porque el daño medioambiental persiste y ha sido mayúsculo. Convertidas en ley el conjunto de medidas urgentes, toca velar por su cumplimiento y ponerse a trabajar en una ley integral que, con el mayor consenso posible, blinde a la laguna contra todas las amenazas que comprometen su futuro. Va a ser muy difícil en año preelectoral, pero es un mandato social ineludible para nuestros representantes públicos.

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