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Andrea Tovar

Querido millennial

Los viejos son el futuro

Vía Tumblr (fuente: georgettecrimnson)

Vía Tumblr (fuente: georgettecrimnson)

Se conoce que voy a nadar con asiduidad. Se conoce que las piscinas públicas, en el turno de mañana, están llenas de ancianos. ¿Saben el brote de carabelas portuguesas?Pues así, blancos y flotando en el agua, agitando sus cuerpecillos. Después del aqua-gym se saludan entre sí:

—Hola, hija.

—Ay, hola, hola.

—¿Qué tal, cómo vas?

—Ay, ay. Fatal. ¿Y tú?

—Peor.

Decía Spinoza que solo una divinidad hostil podría alegrarse de la debilidad y del sufrimiento, «y honrar la virtud de mis lágrimas, de mis sollozos, de mis temores y de todas las cosas de este género, que son evidencias de un ánimo impotente». Sin embargo, en España parece más loable empezar la conversación con las quejas y con los males que ofrecer algo de alegría.

Los ancianos compiten para ver quién tiene más dolencias. Salivan ante los relatos macabros de la cuñada de no se quién, que empezó con una molestia y acabó siendo intervenida quirúrgicamente siete veces. Podría pensarse que es fruto del «mal de muchos…», pero quizá sea una tendencia implantada desde la infancia, como un micro-chip: resiste, sufre, padece, y el Reino de los Cielos será tuyo, aunque la estancia en la Tierra sea más bien jodía.

Con todo, cada vez duran más. «Los viejos son más y cada vez son más viejos», como canta Hidrogenesse en su tema «A los viejos», que también da título a este artículo. Así se resume perfectamente una complicada problemática demográfica que expande sus consecuencias a todas las áreas en las que se estructura la sociedad: económica, familiar, tecnológica, sanitaria, laboral… El CSIC dice que para el 2050, el 30% de la población tendrá más de 65 años. Habrá más de 4 millones de octogenarios en nuestro país. Para que nos entendamos: por cada 100 personas menores de 16 años, ahora hay 118 mayores de 64. Eso significa que si hubiera una guerra civil entre jóvenes y ancianos, ellos nos machacarían.

Vía Tumblr

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Los que saben del tema se llevan las manos a la cabeza y aseguran que en estas condiciones, el relevo generacional no podrá darse. Mientras que se alarga la esperanza de vida –ya no será difícil que lleguemos a los 100 años-, las mujeres cierran sus úteros al progreso de la sociedad. Los ancianos se quejan de sus pensiones y las familias jóvenes dudan si tener hijos. Y nos preguntamos por qué.

¿Por qué?

¿Saben ustedes que El Club de las Primeras Marcas de la Comunidad Valenciana ha importado las tendencias de Silicon Valley y algunas empresas ofrecen ya la congelación de óvulos a sus empleadas para retrasarles la maternidad? Ante esta realidad se puede uno plantear con facilidad cómo se aborda realmente la posición de la mujer en el mundo laboral, las trabas y las zancadillas. ¿Quieren ustedes descendientes que aseguren la perpetuación de su propia especie? Legislen. Habiliten medidas para la conciliación. No discriminen a la mujer trabajadora, facilítenle el horario reducido, las bajas. Hagan lo propio con los padres. Dense cuenta de que criar es un trabajo adicional, y que no debe ser solo de la mamá.

Pero en fin. Este es otro tema. Estábamos hablando del futuro de nuestro país: la ancianidad. El CSIC marca como áreas problemáticas, entre otras, el hecho de que la tecnología siga avanzando y ellos no –aunque algunas brillantes excepciones conozco de abuelos con mail, abuelos con Facebook, abuelos con Whatsapp, abuelos con Skype-; la disposición de centros de atención primaria accesibles, pues ya se sabe que la segunda afición de los ancianos es frecuentar médicos, después de nadar en piscinas públicas; y la habilitación de sistemas retributivos justos –ahí aparecen los pensionistas con pancartas por la calle, que no les han actualizado las rentas en millones de años y tienen que mantener con ellas a sus hijos y nietos todavía-; y ¡vaya por Dios!: que se produzca una «feminización» de la vejez. O sea, que sean las mujeres las que sigan cargando con el peso de la familia. Hasta el fin de sus días. Que será dentro de mucho, mucho tiempo.

Lo mismo sí que está justificado que se quejen tanto, ¿no? Se quejan del dolor de articulaciones por no quejarse del dolor de alma. Tan acostumbradas a pensar en otros que ellas no han existido nunca, más que como soporte del peso del resto. De nosotros, los jóvenes, los que venimos detrás y empezamos a marcar otras condiciones que alteran el sistema de preferencias.

Cualquiera diría que pensar por uno mismo y en uno mismo asegura la extinción de la especie.

¿Qué les parece eso?

Pues una burda mentira.

Si no hay más bebés es porque el sistema todavía no acepta a la mujer como portadora fisiológica del feto. A nadie le preocuparía que hubiera tantos ancianos si existiera la potencialidad de sostenerlos con trabajadores activos. Pero ¿para qué seguir trayendo individuos al mundo cuando los que ya estamos aquí, listos y preparados, nos tenemos que poner a la cola para convertirnos en personas emancipadas?

Ahí tienen ustedes mucha tela que cortar, señores expertos. No se trata de vivir a toda costa, sino de que todos lo hagamos en condiciones dignas.

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Los millennials entramos en la treintena. www.andreatovar.org


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