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Andrea Tovar

Querido millennial

Sánchez-Martell descabeza a los PP-Lannister en Poniente. Summer has come (?)

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Como casi todos los millennialsyo no sé casi nada de política, pero sí mucho de series. Aunque, cuando hablamos de Juego de Tronos, entender el intríngulis de la trama equivale a verse venir –de lejos- a todos estos señores que hacen leyes y se reparten el bacalao.

Dominique Moïsi, una de las máximas figuras internacionales en geopolítica, ha escrito un libro que se llama Geopolítica de las series o el triunfo global del miedo, editado por Errata naturae, donde explica la evolución de la típica sitcom graciosa rollo Padres forzosos en los noventa a este imperio absoluto de las series, y además, de las series complejas.

El día 11 de septiembre de 2001 cayeron las dos torres, y con ellas el strong power de EEUU: habían herido el corazón del mundo occidental. Empezaba la época del miedo y, paralelamente, la de mostrar la vulnerabilidad de un país en formato audiovisual, con lo que se reforzaba, a través de millones de visualizaciones, el soft power de EEUU. Jugada maestra.

La época del miedo en España ha venido más o menos a la par. Ahora las conexiones no se quedan en el WiFi; compartimos miedo al terrorismo internacional y crisis financieras a escala global. En este panorama, se ha asociado a la derecha la legitimidad en las cuentas, y como la pela es lo primero, hemos seguido votando a un partido que está podrido desde hace años. Frente al telediario del mediodía a uno se le hacía bola el filete al pensar en cuánto dinero han robado, en cuál será el concepto de «público» que tienen estos señores que le quitan a uno un tercio del salario al año y luego se lo gastan en champán y en vete a saber qué. Pero uno tragaba bien fuerte, porque a esos señores les iban a castigar los jueces, y ¿qué otra opción había, a ver? ¿Quién iba a garantizar la estabilidad económica?

El voto del miedo. Partido Popular, mayoría absoluta.

Comenzaron los pactos y empezó Juego de Tronos. Hasta Pablito le regaló las temporadas al rey. Por esa época, mi ex y yo solíamos sentarnos con palomitas en el sofá de nuestro piso alquilado frente a los debates políticos. Eran más interesantes que cualquier serie, porque de las dos típicas y aburridas casas tradicionales –con los cimientos más o menos igual de carcomidos, viejas glorias- se había pasado a cuatro protas principales, y estábamos impacientes por conocer los roles de cada una.

Entendimos que el PP serían los Lannister, los más ricos e influyentes, aunque con los abundantes memes de Rajoy en Twitter, a veces él nos enternece cual Baratheon. Esa apariencia de señor entrañable es peligrosa, porque a uno no puede caerle muy mal Mariano, uno no puede sentir mucha rabia hacia Mariano; mientras Mariano mira hacia otro lado y se pone los dedos en los oídos cuando hay cosas que no le interesa atender. Mariano ha sido negligente por abandono, y los conflictos se enquistan mientras a él le hacen memes y España se ríe.

La alianza con los Tyrell es obvia, pues C’s es la casa que jamás ha gobernado, que no duda en unirse al poder para conseguir sus objetivos. A algunos les caen bien, otros recelan de sus adentros. ¿Dónde está C’s? ¿A la izquierda, a la derecha del presi? Ellos dicen que en el centro, siempre en el centro: dispuestos a ocupar el Trono de Hierro.

Quizá el PSOE equivaldría a los Martell, muy divididos tras la muerte de Elia entre los que buscaban venganza y los que no. Aunque en este caso fue el propio partido quien engulló a su líder, Sánchez ha resurgido de sus cenizas y le ha colado una moción en la jeta a todo el mundo. ¿Quién iba a esperar esto de él, hace unos cuantos meses? Estábamos dispuestos a resetearle del imaginario colectivo y ahora en la tele dicen «Presidente Sánchez». Lo único que necesitamos saber es de qué palo va. Si es estratega a lo Little Finger y por eso se ha hecho con el trono a pesar del mal pronóstico, si realmente tiene dentro grandes intenciones dignas de Stark…

A los Stark quería llegar yo. Porque la moral, la justicia universal, la representa sin lugar a dudas Podemos; un conglomerado de valores estupendos que ciertamente son contradichos cada equis tiempo. Además, la serie pone de relieve que a gente con tan buenos propósitos no suele irles demasiado bien; les falta pragmatismo y rodaje, y lo que acaba rodando son sus cabezas por el suelo.

Ahora que, en nuestra particular trama española, los Martell han vengado su pérdida resucitada y han defenestrado a los Lannister con apoyo parlamentario de una amplia mayoría de casas de acá y de allá, bastante desconectadas entre sí, no se sabe muy bien qué pasará a continuación. Y winter is coming, no lo olvidemos. En este caso, el veranito que la sangre altera y a todos nos vuelve tarumba con las obligaciones y eso.

Algunos piden elecciones, pero nos quedó claro en las últimas dos ocasiones que las cosas han cambiado en la tierra de Poniente y no resulta fácil llegar a conclusiones a través de la democracia tradicional. De momento, los Lannister pretenden dar donde duele y presentarán enmiendas a sus propios presupuestos, para vengarse a su vez del PNV, que podrían ser los Greyjoy, asentados en sus antiquísimas Islas de Hierro y ansiando tener más pastel del que les reparten.

Yo no sé cómo funcionará el país en adelante, ¡pero a quién le importa!, teniendo un salseo tan alucinante a la hora del almuerzo. De momento, y por lo menos, aunque no haya sido el pueblo llano quien haya desbancado a los Lannister, quizá podamos tragar más tranquilos el filete sabiendo que ya no duermen en palacio.

Esperemos que la época del miedo se haya acabado, que summer has come y que no se avecinen guerras más cruentas… pero si lo hacen estaremos atentos, mando a distancia y palomitas en mano.

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