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Rodrigo Errasti

Abonado 360

Por encima… del bien y del mal

La noticia para cerrar 2012 en el Real Madrid no ha sido su derrota ante un espléndido Málaga que le deja a 16 puntos del líder, debido a que todo el interés informativo se ha centrado en la suplencia de Iker Casillas. El portero tiene peso en la entidad, por palmarés y jerarquía en la caseta, para pedir una explicación a la cara de Mourinho. No creo que lo haga. Es madridista y hombre de club, ha salido a defender a Mourinho. Su entrenador, por contra, ha vuelto a pensar en él. La decisión aleja el foco informativo de la sideral distancia, numérica y futbolística, que hay, a día de hoy, entre el Barcelona y el Real Madrid.

Ahora se debatirá si es un toque de atención al portero por los últimos goles encajados, un castigo por las actitudes contrarias al orden que él desea o es un pulso a Florentino Pérez. Y es que esta semana el presidente, que tras el sainete con Antón Meana le había pedido en una reunión privada algo de tranquilidad y llegar vivo hasta marzo en todas las competiciones. No se podía creer los rumores y hasta las 19 horas en punto no tuvo confirmación oficial viendo la alineación en un folio. El capitán, al banquillo. Florentino no es el mayor fan de Casillas, pero quedó sorprendido al saberlo. Creo que todo el mundo piensa que si tienes al mejor portero del mundo, aunque atraviese un momento no tan dulce, no prescindes de sus prestaciones.

Adán, el suplente y que no tuvo culpa alguna, es un buen portero con condiciones y futuro pero no ofrece más garantías en este momento. ¿Por qué ocupa entonces su lugar? ¿Qué ha conseguido Mourinho con esta decisión? Hacer más profundas las trincheras. Y es que, aunque parezca increíble, en apenas unos minutos, los mismos que consideraban un icono del madridismo al mostoleño empezaron a tirar de memoria para desvelar errores y justificar la suplencia de Casillas. El portero de la mejor selección de la historia del fútbol es suplente en el Real Madrid…. y Mourinho tiene razón. El argumento final de su yihad es que “el club está por encima de todo”.

El problema es que la decisión la ha tomado, y no precisamente usando valores deportivos, alguien que cree estar por encima del bien y del mal. No piensa en su club. No en éste, en ninguno. No es algo que diga yo, son palabras de Mourinho. El día que perdió 5-0 en el Camp Nou se mostró afectado ya que era “la mayor derrota de su carrera” porque nunca había encajado antes cinco goles. ¿A los madridistas les importaba eso? Sinceramente, no lo creo. Justo después de que ganase el trigésimosegundo campeonato de Liga del Real Madrid habló del número de título liguero que suponía en su palmarés.  O el sábado mismo, cuando a 13 puntos del líder, saca a la palestra el espectacular, por escaso, porcentaje de derrotas que ha sufrido en los 400 partidos de su carrera.

Ha venido al Real Madrid para cumplir sus propios objetivos y en eso, es verdad, no engaña a nadie. Fichó para poder conseguir ganar su tercera Champions con su tercer equipo distinto, algo que intentó y no consiguió en el Chelsea. Ni siquiera llegó a una final, algo de lo que le privó un Benítez al que se la tiene guardada, aunque sí lo logró su sustituto Avram Grant.

Por mucho que reparta carnets de madridismo, realmente, le importa poco que su Tercera llegue en el Madrid o el Manchester United. Se irá. Y rajará de los pseudomadridistas. Y hablará de lo suyo, de su versión particular de la realidad a una legión que le llama The Special One. De hecho, con su medida ha conseguido que ni siquiera se hable del baño que le pegó Pellegrini con el Málaga en La Rosaleda. Un equipazo y un entrenador a los que despreció.

PD: Por cierto, si Mourinho tuviese que utilizar el marco de una puerta, como hizo en el triste episodio con Meana, para explicar la distancia actual entre el Madrid y el Barcelona llegaría con su mano al techo. La mayor distancia del Real Madrid en Liga respecto al líder. Top.

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