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Lola Gracia

Vivir en el filo

Corazón cínico

La semana pasada el Colegio de Informáticos Técnicos de la
Región de Murcia, COITIMUR, me invitó a dar una charla. Intenté hablarles de
Sexo 2.0. El hecho es que me puse a reflexionar y llegué a una sorprendente
conclusión: ningún invento humano ha revolucionado tanto las relaciones
humanas, eróticas y sexuales como internet
. Muchos dirán que esto es aplicable
a otros campos. Yo no lo tengo tan claro. Lo que sí es diáfano es que ni la
máquina de vapor, ni la electricidad, ni tan siquiera el teléfono o la
televisión influyeron tanto en un cambio de actitudes, de estilo de vida, de
forma de relacionarse.

Primero fueron los chats, el cibersexo; ahora tenemos el
enorme campo de batalla de las redes sociales: las gratuitas y las de coste.
Por otra parte, internet ofrece una variedad ilimitada de posturas y combinaciones
relacionadas con el sexo
. A veces dudo de si ambas palabras no serán sinónimas
porque busques lo que busques, al final te tropiezas con una página porno.

El mercado del sexo en internet es frío, demoledor. No hay
contemplaciones, todo son primeros planos al servicio del imaginario masculino
y lo último no son las MILF (ya muy de moda en los 90 en Estados Unidos) lo
último, son las soeces invitaciones a “follar gratis con feas”. Así,
como suena. Para qué me voy a andar con eufemismos. Una especie de Meetic que
conecta a pobres con, imagino, desesperadas
. El mercado del sexo en la vida
real y en internet me parece igual de deleznable. Sigue perpetuando a la mujer
en un papel de sumisión terrible.

Pero, a lo que voy, como apuntaba el otro día desde Facebook
Oscar Gallego, hoy hasta se da el caso de entablar relaciones virtuales con
alguien y terminarlas sin haber tenido jamás un encuentro real
. Para mucha
gente es una vía fácil y estupenda de contactos para posteriores encuentros, ya
sean eróticos o simplemente amistosos, y los hay que confiesan abiertamente no
haberse comido jamás una rosca gracias a las redes sociales.  

Quizá esto no sea más que un juego ¿Por qué no? En vez de
Candy crush yo juego a que te creas que me importas, como cantaba Luz Casal
pero, en el fondo nadie importa nada
. Y aquí es donde no me gusta tanto el
juego. Internet nos está convirtiendo en unos cínicos. Ojos que no ven, corazón
al que todo le importa un carajo

Un amigo de Twitter me habló de las
“coleccionistas”. Una figura que existió siempre, con la salvedad de
que el/la coleccionista de hoy puede llevar fácil a treinta candidatos en danza.
El coleccionista pide pero no da. O por toda respuesta te ofrece un emoticono.
No hay tiempo para calmar la sed de todos quienes reclaman su atención. Y, ojo
con esa palabra: atención. Esto es lo que nos roban las redes sociales: la
atención para los temas realmente importantes. Nos perdemos en el juego
infinito, que sin duda es enriquecedor, pero que en algún momento hemos de
parar
.

Otro tuiteramigo, Pedro Enrique, dijo sentir nostalgia por
los tiempos de la discoteca, llenos de ojos en busca de amor y me regaló esta
frase de su caperta del insti: “Enamorarse del camino que lleva al amor.
Anduve y llegué, otros se quedan en él
“.

 

Sí, la frase me llegó por Twitter, lo cual dice mucho y
bueno de la red social pero, a su vez,  esta frase es
cálida. Igual de cálida que el rostro de esa persona que tienes frente a frente
y le gustas, y te gusta y te escucha y no puede, ni quiere, dejar de sonreír
.

Temas

Relaciones, amor, vida. Lo que de verdad importa

Sobre el autor

Periodista por la Universidad Complutense de Madrid, escritora y gestora cultural. Investigadora de las relaciones humanas. Máster en sexología por la Universidad de Alcalá de Henares. Desarrollo trabajos como directora de comunicación


diciembre 2013
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