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Lola Gracia

Vivir en el filo

Mamading y otras modas estúpidas

Lo último en algunos locales turísticos de Palma de Mallorca consiste en chupar penes a cambio de barra libre durante una semana. La ceremonia se realiza en público. En medio del bar vemos a una rubia, presumiblemente británica, agachándose a lamer el aparato reproductor de alrededor de una veintena de machos que la sacan al ritmo de la música, copa en mano y riendo y comentando. Ella se afana con celeridad y hasta parece que se divierte.  Mátame camión.
No podemos caer más bajo.  No sólo me parece una vergüenza que un establecimiento público promueva esta tosca forma de mercadeo de la carne. Es que volvemos a lo de siempre. A que la mujer es la miss camiseta mojada, la que sirve de reclamo para llenar el garito del propietario  y  la que acaba sometida bajo la tiranía de 20 tristes pollas y total  ¿Para qué? ¿Alcohol gratis?  La imagen me repugna. Me repugnan ellos, me repugna la chica y me repugna este país que atrae este turismo hooligang y destructivo.
No nos paremos en consideraciones morales, quedémonos en esa tosca visión y en los peligros sanitarios que tiene para la chica ir chupando a diestro y siniestro.  En el video que hemos visto esta semana buena parte del país no distinguimos las caras de ellos, pero la de ella sí, la de ella está clara como el agua. Peor que la prostitución. Porque sí, es posible que ella  lo haga voluntariamente pero desde este lado nunca sabremos cuánto lleva metido para el cuerpo y las consecuencias posteriores que tendrá para la chica aparecer como protagonista de semejante disparate.
Por lo visto, esta moda se extiende a Barcelona y las autoridades del Gobierno Balear y Comunidad Catalana están tomando cartas en el asunto. Mi pregunta es ¿Tan poca imaginación tienen  los responsables de estos locales nocturnos? Porque me da igual que sea el mamading o el cunnilinguimg. La zafiedad es igual de terrible en ambos casos (aunque, por supuesto, ni se contempla tal posibilidad de que sean ellos los que se agachen a chupar aparatos reproductores femeninos).¿Este es el turismo de calidad que pretendemos atraer? ¿Hordas de humanos que sólo persiguen beber hasta perder la cabeza, tirarse desde el balcón a las piscinas de los hoteles o practicar sexo sin ningún tipo de precaución?

Hace un par de días se abrió un debate en mi muro de Facebook sobre esta moda absurda y soez. No creo que sea nada generacional, ni tampoco  que tenga nada que ver con las llamadas comebolsas que la chupaban a cambio de una papela de cocaína. La degradación del yonqui no se convierte en espectáculo. La chica se podría humillar pero lo hacía en la intimidad.
Lo terrible de esto es que la degradación es un show, una atracción. Los clientes acuden a ver como una tía se rebaja a chupar 20 pollas a cambio de alcohol. La espectaculización del desperdicio. No es Pan y Circus. Es mierda con mierda.

Volviendo al tema turístico, este tipo de clientela es asidua de zonas como Magaluf. Lo sé bien porque una tía mía se dedicó durante años a la hostelería y hace ya 20 me hablaba de lo harta que estaba de toda la escoria de la Tatcher. Así los denominaba ella. Cuando entraba a las habitaciones podía encontrarse de todo: botellas, orines y excrementos desperdigados por la habitación y cuerpos desnudos deslavazados en las moquetas.  Por tanto, esto no es una moda, es una consecuencia y lo de venir a España a hacer locuras está más que institucionalizado. ¿De verdad ese es el turismo que queremos?

Temas

Relaciones, amor, vida. Lo que de verdad importa

Sobre el autor

Periodista por la Universidad Complutense de Madrid, escritora y gestora cultural. Investigadora de las relaciones humanas. Máster en sexología por la Universidad de Alcalá de Henares. Desarrollo trabajos como directora de comunicación


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