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Lola Gracia

Vivir en el filo

Camina hacia la luz

 

 

 

 

 

El video de una Miley Cyrus  llorosa y desconsolada porque Hillary ha perdido la oportunidad de gobernar en los Estados Unidos es lo que más me ha impactado de la resaca post-electoral norteamericana.

Todas las estrellas, desde Barbra Streisand hasta Lady Gaga se quedaron sin palabras. La segunda se subió a un camión de la basura y se fue hasta la Trump Tower para mostrar su repulsa con un cartelito que venía a decir algo así como “el amor vence al odio”. Mientras tanto, Giuliani, el ex alcalde de Nueva York, cuyo nombre suena mucho para conformar el gabinete de Trump, tildó a todos los protestantes que aparecieron en Washington de niñatos.

El mundo sigue perplejo. Todos los late night del planeta continúan con el chiste. Pero la broma se ha terminado y el señor naranja cuyo tupé semeja a una cobaya muerta estará muy pronto en el despacho oval; Atesorará los códigos nucleares y desconocemos si las burradas que ha soltado por su boca durante la campaña electoral eran sólo gags de un payaso listo o las llevará a cabo. Ya sabéis: el muro de la vergüenza que los mexicanos habrán de pagar con el gravamen que impondrá a los productos que procedan de aquel país,  la prohibición  de que los musulmanes entren a los USA o el reconocimiento de Jerusalem como capital unificada de Israel.

Trump no está sólo. Su discurso no habrá convencido a las estrellas de la industria musical o cinematográfica pero ha encontrado un eco importante en esa otra América cabreada y empobrecida que considera que los tratados de libre comercio son una amenaza para sus vidas. Decía Kafka que «Un idiota es un idiota . Dos idiotas son dos idiotas. Pero diez mil idiotas son un partido político».  Pero no seré yo quien condene al votante, ni tan siquiera al partido.

¿Qué ha pasado con Hillary? ¿Por qué ha sido derrotada? Porque ha ido de ganadora. Los discursos triunfalistas apoltronan al votante en su casa. Los sondeos positivos son contraproducentes.  Si crees que ya está todo hecho y decidido, te confías. El votante de Trump, el cabreado, el que odia el establishment y todo lo que Hillary representa, sabía que tenía que acudir a las urnas sí o sí.

Detesto hacer análisis a posteriori y hacer leña del árbol caído. Lamento muchísimo que el mundo se pierda la oportunidad de que una mujer esté al frente de la Casa Blanca pero, por otro lado, ¿No os ha pasado que Hillary cada vez se estaba pareciendo más a Merkel y menos a la ex primera dama de educación metodista y grandes ideales?

Existe un voto muy peligroso: el voto del odio. Ni siquiera puedo utilizar la palabra populismo. La rabia, el rencor y el miedo nos dan unos dirigentes insensatos y malsanos. En cualquier caso, Trump ,el abusón, creo que será el más inofensivo de este estilo de líderes y aunque todo nos parezca muy tremendo, no olvidéis que estamos al final de un viejo orden y,  mientras surge el nuevo, aparecen los monstruos (Gramsci).

Al igual que los creadores de los Simpson, el gran Leonard Cohen  tuvo su momento clarividente de lo que iba a acontecer como lo demuestran estos versos:

Ring the bells that still can ring/Forget your perfect offering/There is a crack in everything/That’s how the light gets in.” (“Toca las campanas que sigan sonando/ Olvida tus ofrendas perfectas/ Hay una ruptura en todo/ Así es como la luz entra”.)

La historia de la humanidad es caprichosa. Ya veréis:  los exabruptos de Trump resquebrajarán el viejo orden social.

Y entrará la luz

Temas

Relaciones, amor, vida. Lo que de verdad importa

Sobre el autor

Periodista por la Universidad Complutense de Madrid, escritora y gestora cultural. Investigadora de las relaciones humanas. Máster en sexología por la Universidad de Alcalá de Henares. Desarrollo trabajos como directora de comunicación


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