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Lola Gracia

Vivir en el filo

En el circo no hay reglas

No sé ustedes, pero desde que Buckingham Palace lanzó aquel comunicado de madrugada vivo sin vivir en mi. Hasta mi gata se escapó anoche de casa para regresar la muy casquivana a la siete de la mañana como un vulgar despertador. Esta se ha creído que la policía es tonta. Imagino  que todo sucedió por la zozobra, por la luna llena en Escorpio o porque cada vez que la Casa Real Británica dice que va hablar sube hasta el arroz tres delicias. Y no, por ahí no pasamos.

Total para qué ¿para contarnos que Felipe de Edimburgo se va a jubilar?. Con 90 años ya está bien. Se lo ha currado.  Ser consorte de la Reina Isabel es agotador. Me la imagino arrastrando a Felipe por los jardines de palacio en sus interminables caminatas a 9 kilómetros por hora y con un yes darling, sin aliento, para arriba y para abajo. Pobre hombre. A su forma, estoy segura  de que se quieren por mucha Lady Penny que haya existido entre ellos. Soportar el peso la corona es complicado sin lanzar una cana al aire. Si no, que se lo pregunten a su ex-majestad

Nada que ver con la historia de Susana y Pedro. A mi es que me dicen Pedro y ya me imagino a Heidy. Traumas de la niñez, pero, claro, la cabrera de las montañas es morena y tiene la risa floja y Susana es rubia de bote, como yo , y muestra el adusto semblante de un tótem de la Isla de Pascua.

Estos siempre estuvieron condenados a desentenderse.  Y Pedro, tan guapito, tan chulito ya ha perdido parte de sus fans por el camino. Él es un ejemplo claro  de que es mucho mejor conspirar con lo inevitable que sublevarte. Lo que niegas, te somete. Lo que aceptas, te transforma, proclamaba Jung, y a ti los españolitos te han negado varias veces, cari. Déjalo ya “hombrepordios”. Ya sabemos que el sillón es lo único que tienes pero hazme caso, regresa al capullo que aunque un tiempo estará oscuro, luego llega la transformación. Serás una mariposa aún joven. Hazle caso a Mario Alonso Puig y reinvéntate.

Si es lo que yo digo. No hay que agarrarse a nada ni emparejarse por conveniencia, supervivencia o desesperación. Que el amor es muy bonito. El amor de verdad como el de Macron y su Bibi, que llevan 20 años juntos y que protagonizaron una historia digna de telefilme de antena 3 un domingo por la tarde. El alumno de 17 años que se enamora de la profesora,  24 años mayor que él, casada y con tres hijos. Escándalo en Amiens y boda final en el 2007. Ole por ellos. Y ahí los ves: tan mono él, tan delgada ella. Imagino que si Farrah Fawet viviera se parecerían bastante.

Oye y ya está bien que veamos  un vejestorio femenino al lado de un joven. Esto sí es paridad y no lo de Papuchi y Ronna, por poner un ejemplo. Porque si hablamos de parejas con diferencia de edad siempre nos encontramos a carcamales masculinos al lado de pimpollos femeninos y eso sí que me  huele a queso cabrales.

Como ven, los juegos de parejas son complicados. Desde las montañas de Suiza a las habitaciones del Eliseo hay amores verdaderos, casquivanos, feroces, falsos o acomodaticios. Hay relaciones de políticos con sus cargos con idénticas características y aunque escribo mucho, básicamente porque me pagan para ello, ¿Quién soy yo para poner etiquetas? Además, no las quiero. Son muy feas.

La vida es así y, como decían los gladiadores,  en el circo no hay reglas.

 

 

 

Temas

Relaciones, amor, vida. Lo que de verdad importa

Sobre el autor

Periodista por la Universidad Complutense de Madrid, escritora y gestora cultural. Investigadora de las relaciones humanas. Máster en sexología por la Universidad de Alcalá de Henares. Desarrollo trabajos como directora de comunicación


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