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Isabel Franco

Yo también tengo cáncer

Bonsáis humanos

Si, si, como se lee, ¿es tan descabellado pensar en que algún científico loco hubiera querido emular a nuestros lejanos vecinos orientales para crear una reproducción a escala del ser humano, y en bandeja, que permitiera a los más excéntricos, por ejemplo, disfrutar de un Fidel Castro sobre la mesa del salón?
Yo no lo creo, al fin y al cabo figuras como la del líder cubano son fáciles, sólo hay que podarles con frecuencia el bigote… y quizá las piernas o la lengua, no sé.
En cualquier caso la explicación del título de este post no va por ahí, aunque igual yo me animaría si supiera que es posible. Se me ocurren unos cuantos…

Nos pasamos la vida rompiendo, a diario, con lo que más queremos. Rompemos con nosotros mismos cada día cuando nos levantamos para ir al trabajo, abandonando las confortables sábanas de una cama que sólo tienen en contra su imposibilidad para pagar la hipoteca u ofrecer satisfacciones laborales. Rompemos también con nuestra pareja cuando nos separamos de él o ella, a veces sin mirarnos a la cara por falta de tiempo. Rompemos con nuestros hijos, tienen que ir al colegio y a nosotros se nos hace tarde. Con la familia, no tenemos tiempo para llamarles, a ver qué quieren ahora, mira con lo que me sale este, y así hasta aburrirnos.

Desempeñar nuestra labor diaria nos lleva a separarnos de los que queremos y, lo que es más importante, de los que nos quieren, para brindar nuestra energía y entusiasmo al deber laboral. Para lograrlo, nos aliamos con el jefe -que tiene en su poder permitirnos seguir adelante con la hipoteca-, con el compañero de trabajo -que quisiera tener el poder de darnos un puntapié en…- y con los empleados del banco, que junto con los telefonistas de las empresas de servicios (luz, teléfono, agua, etc.) se convierten en confidentes inesperados y depositarios de nuestros temores y frustraciones.

Al final, sacas cuentas, y dedicas lo mejor de ti a quien menos lo deseas, superando así un límite no impuesto, pero existente como esos fríos muros de cristal. Luego llegas a casa, y o tienes demasiadas cosas que hacer, o estás demasiado cansado para recuperar el tiempo con los tuyos.

Las envidias, las zancadillas, los intereses creados y la hipocresía, son sólo algunos de los condimentos de este plato, que tiene por efecto principal retraernos y encerrarnos cada vez un poco más en nosotros mismos.

Y así es como llegamos a ser bonsáis humanos, sin necesidad de que intervenga ningún científico con ínfulas, porque nos vamos haciendo pequeños en lo más importante; el cariño, las emociones, los sentimientos y en nuestra capacidad para expresarnos.

Ya lo decía Sabina en ese famoso tema “y cada vez más tu, y cada vez más yo, sin rastro de nosotros”.

Cuando me diagnosticaron el cáncer me sugirieron que escribiera, que contara mi experiencia para apoyar a otros, y yo me aterroricé. Les dije a los médicos que lo que yo quería era olvidar (no sabía todavía que eso ya no va a ser posible), y nada más lejos de eso que escribir, para que la palabra quede presa eternamente.

Luego comprobé la complejidad de esta experiencia, el impacto en los demás y en mí, y sin darme cuenta apenas comencé a crecer sentimentalmente impulsada por tantas emociones como se iban agolpando, sin dar tiempo a digerirlas.

Un buen día me levanté, entré en laverdad.es y comencé a escribir. Lo necesitaba, pero lo que resultaba más importante es que había perdido el miedo a sentir miedo, a sentir dolor, a sufrir, y con ello, el miedo a vivir, a decir lo que siento, lo que quiero, a quien quiero, y cuanto les quiero.

Así es como me he dado cuenta de lo fácil que es encoger y lo duro que puede ser crecer. Ahora soy una gigante, porque me he propuesto no retroceder, seguir avanzando y reclamar de los míos, de quienes verdaderamente me siguen apoyando a estas alturas y de cuantos voluntarios se apunten, mi patrimonio sentimental.

¡Quiero mi ración de besos y abrazos para esta vida, y la quiero ahora!

Experiencias vividas en torno al cáncer por una periodista murciana que ha sobrevivido a la experiencia

Sobre el autor

Periodismo. Social Media. Formación. Aprendiz eterna. Sobreviviente del cáncer. Una entre tantos. Ni más, ni menos.


julio 2008
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