>

Blogs

Isabel Franco

Yo también tengo cáncer

Viva bajo fianza

Tengo la sensación de que sigo viva con permiso, con el permiso del cáncer. Pasan los días, hace ya casi 8 meses del diagnóstico, y es esa terrible noticia la que sigue protagonizando mi vida y la de mi familia. Quizá es cierto que no somos dueños de nuestra vida porque no somos dueños de nuestro destino.

He recibido muchos comentarios acerca de poner una nueva fecha a mi nacimiento. Lo cierto es que yo me resisto, siempre me hizo mucha ilusión contar con tantos ceros; el 30, del mes 10 del año 70. Además, me pasé toda la infancia soñando con cumplir los 30 años el 30 del 10 del año 2000. Lástima que ese día falleciera mi padre. Cambié la dicha de haberme convertido en una mujer que vive con alegría la realización de un sueño cifrado de su infancia, por el dolor de quien pierde a alguien importante en su vida.

Lo que si tengo claro es la fecha de una necrológica, la de mi vida anterior, que se acabó definitivamente el 30 de enero de 2008. Esa es una certeza, la vida tal y como yo la entendía y la vivía hasta entonces no volverá, así que bien merece una esquela. “Vamos a borrar este año de nuestro recuerdo en cuanto pase” me propuso mi médico de familia el otro día, “y tanto, yo no tengo intención de volver a mirar nunca hacia atrás hasta este punto”, le contesté yo.

También he tomado otra decisión, no voy a cumplir los 38. Y no es que quiera hacer trampas y pasarlos al año próximo, no. Prometo cumplir los 39 en 2009. Pero me resisto a contarme un año que no está siendo un año de vida, sino de lucha por la vida. Que no me parece poco, pero no estoy viviendo, estoy sobreviviendo, o superviviendo.

Y citada esta palabra, toca mencioar el libro que he leído hoy; Cáncer, biografía de una supervivencia. Es obra de Albert J. Jovell, ya destacado en algún enlace de este blog, y ofrece su testimonio como familiar de enfermo de cáncer -su padre- y como diagnosticado de cáncer. Prometo que no tenía ni idea de que, precisamente hoy, protagonizaría una página en El Semanal.

Las 322 páginas que Jovell rellena con su experiencia son una prueba más de que todos vivimos este trance con idénticos sentimientos, temores y relaciones. No existe sexo, condición social, formación o situación económica capaz de distinguir a unos enfermos de cáncer de los otros.

Yo he encontrado algunas coincidencias entre su situación y la mía, ambos tenemos hijos pequeños y vivíamos un dulce momento en nuestras vidas cuando nos llegó la noticia. ¿Por qué a mí? ¿Por qué ahora?

Me he pasado toda la lectura subrayando frases y expresiones, como en pocas ocasiones. A veces tenía el impulso de subrayar todo el libro. Mi hija, colaboradora inesperada en la lectura, también ha plasmado sus garabatos en diversas páginas, aunque con diferente intencionalidad.

Lo cierto es que se expresa con mucho acierto respecto a las cuestiones que atañen a este padecimiento, y denomina lo que sentimos también con tino; la agonía emocional, el vértigo existencial, la soberbia del sano, la condena a la soledad, el ejército del cariño, las unidades de felicidad y cómo alivia escribir sobre lo que sientes, lo que él denomina ‘escritoterapia’ “la única que no tiene efectos secundarios negativos”. Nadie como uno de nosotros para saber acerca de lo que sufrimos. Ojalá que sus lectores-no-cancerosos lo sepan entender.

Es duro comenzar a leer lo que otro sufre, como tu has sufrido antes, y se hace también duro conforme avanza, pero ha merecido la pena seguir el impulso de leer a este médico medio murciano. Coincido con él en muchas cosas, lamentablemente demasiadas, pero sobre todo al afirmar que “nunca un teclado de ordenador se había mojado tanto con mis lágrimas, ni se había sentido tan molesto con el tacto de mis dedos”.

“Crónicas del miedo y del desamparo” aparte, mañana me someto a la segunda sesión de terapia biológica, y pasado comienzo con la radioterapia. Y, en esta situación, me planteo volver a trabajar progresivamente, a ver si es posible reencontrarme con parte de mi vida anterior. Le preguntaré a mi oncóloga, sin su permiso no doy un paso adelante, y por supuesto recabaré la opinión del especialista en radioterapia, él también merece mi respeto.

Hasta ahora voy bien, me sigue creciendo el pelo, aunque no lo suficiente como para quitarme el pañuelo, que calculo seguirá cubriendo mis ideas un mes más. Sin embargo, ayer me depilé las piernas, lamento decir que no fue un placer, aunque si me transmitió cierta sensación de normalidad. Falsa, totalmente falsa, porque toda mi piel parece una alfombra, está levantada por los foliculos pilosos que comienzan a abrirse paso para llenarme de vello, como estaba antes, aunque con cabellos más débiles.

Los sabores y olores no acaban de volver a la normalidad, aunque si, he comido 4 gambas. No más porque aún no sé muy bien qué estoy haciéndole a mi estómago. Cuando tomo una comida pesada me cuesta digerirla, a veces siento ardor, y son todavia demasiadas las ocasiones en que el olor me desagrada. Poco a poco.

Las fuerzas me están volviendo, a falta de que la radio me reste de nuevo energías, lo que me permite moverme con menos dolores. Yo no sabía que la debilidad pudiera producir estas molestias hasta ahora.

El martes pasado me fui a la romería ¡y logré llegar al Santuario! Que bonica la Virgen, y que buenas están las cervezas en los bares de Algezares. Fui a acompañar a mi hermana, que había hecho promesa por una servidora, y a darle gracias a la Virgen por estos 8 meses de tiempo añadido.

Tardamos menos de una hora en llegar a Algezares desde Murcia y más de 2 horas en subir al Santuario ¿cansancio? No, ¡que va! Itinerario hostelero.

Desde el centro de la noticia, seguiremos informando.

Experiencias vividas en torno al cáncer por una periodista murciana que ha sobrevivido a la experiencia

Sobre el autor

Periodismo. Social Media. Formación. Aprendiz eterna. Sobreviviente del cáncer. Una entre tantos. Ni más, ni menos.


septiembre 2008
MTWTFSS
1234567
891011121314
15161718192021
22232425262728
2930